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La semana de A Ferrería

El Puerto, de la pesca al tráfico de mercancías

El Puerto de Marín ha dado la espalda a la pesca para centrarse en el movimiento de mercancías con récords cada año en el tráfico de contenedores y de frutas. El constante crecimiento pone de manifiesto la buena salud del recinto portuario que ya comienza a quedarse pequeño, y que ve con preocupación como el proyectado puerto seco sigue paralizado por falta de acuerdo entre los responsables políticos de uno y otro lado, más pendientes de la defensa de sus intereses localistas en detrimento de los intereses del Puerto.

Este año, a la naviera Maersk se podrían sumar otras más que actualmente operan en Vigo y que tras liberalizarse la estiba en Marín con la consiguiente rebaja de costes, estarían planteándose trasladar sus operaciones a la rada de la ría de Pontevedra. Con el actual movimiento de mercancías, Marín se convierte en un puerto de referencia internacional. Y a eso hay que sumar su estreno como punto de atraque de cruceros de lujo el pasado año.

El sector de la pesca fresca es casi residual, sigue cada año a la baja y solo hay que echar un vistazo a los barcos pesqueros atracados en sus muelles para darse cuenta de que la actividad nada tiene que ver con la de años atrás, cuando la lonja, con la descarga de pescado durante la medianoche, era un atractivo turístico. Marín es la única lonja de altura que existe en la ría, pero la práctica totalidad de los barcos que faenan en el Gran Sol descargan en Vigo, por ser este puerto más operativo y económico, mientras que otra gran parte de la flota ha sido desguazada. Hay quien achaca la principal causa del declive de la rula al cambio de hora de las subastas. Actualmente, la venta de las capturas se celebra a la misma hora que en la lonja de Vigo y esta dura competencia provoca la pérdida de descargas de pesca fresca en Marín.

Aquellas noches en donde las mujeres de la zona de Cantodarea y Estribela preparaban el producto para la subasta son historia de un pueblo que poco a poco va dejando atrás la vida en la mar para encontrar un puesto de trabajo en tierra. Un empleo de marinero que hoy en día ocupan en su mayoría inmigrantes llegados a Marín o sudamericanos embarcados en los barcos de armadores marinenses que faenan durante seis meses por aquellas latitudes.

Aquellas mujeres que tenían que sacar adelante a sus hijos, sin apenas presencia de sus maridos, y compatibilizar el hogar con el duro trabajo para difícilmente poder llegar a final de mes, merecen ser recordadas en esta semana del 8-M por todo lo que pasaron.

Sin duda, la lonja ya no es el foco dinamizador del Puerto, pero antes con la pesca y ahora con el tráfico de mercancías, el recinto portuario con su actividad económica sigue generando miles de puestos de trabajo hasta convertirse en la principal industria de la comarca y por eso conviene que de una vez por todas se ahuyenten los fantasmas de las sentencias judiciales pendientes sobre los rellenos, porque asusta solo pensar qué sería de Pontevedra, Marín y la comarca sin el Puerto.

De momento, Marín ha ganado con el cambio, ha perdido la pesca en beneficio de Vigo, pero le ha arrebatado al recinto olívico buena parte del tráfico de contenedores y no parece que, de momento, a la villa del Morrazo le vaya mal, más bien todo lo contrario.

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