Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El truco de las pensiones

El desequilibrio de un pilar del bienestar

El verdadero truco de los ilusionistas, y de los carteristas, es distraer la atención. El mago consigue que mires el sombrero que muestra con la mano izquierda mientras la derecha viaja rápidamente a su bolsillo. El ladrón nos distrae con un empujón o con un mapa de carreteras en chino mientras la mano viaja rápidamente hacia nuestro bolsillo. La mano que distrae y la mano que opera no son independientes, sino que forman parte de un mismo organismo regido por un mismo cerebro. No podemos decir que una no ha hecho nada y todo lo hizo la otra. Del mismo modo, no podemos abordar la cuestión de las pensiones fijándonos solo en las cotizaciones y el nivel del fondo de reserva, la llamada "hucha de las pensiones", ya que forman parte de un único organismo regido por un único cerebro, y dicho organismo es el Estado del bienestar. O el Estado, a secas.

Las pensiones son uno más de los pilares del Estado del bienestar, junto a la sanidad, la enseñanza y, en teoría, la dependencia. Funciones que históricamente ejercieron las familias y se han ido transfiriendo a la cosa pública. Hace un par de siglos las familias se enfrentaban casi solas al deber de cumplir o pagar esas funciones: enseñar a los hijos, curar a los enfermos, atender a los que ya no se valen. Ahora el Estado cumple una parte importante, y en general nos parece bien, puesto que la sociedad exige universidad gratuita para todos, sanidad universal sin listas de espera y pensiones suficientes para una vida plena y autónoma. Las familias sacaban los recursos de trabajar, en casa o a jornal, y el Estado los saca de los impuestos. La historia nos ha llevado a que las pensiones se paguen aquí con un determinado impuesto sobre los salarios (las cotizaciones), pero ninguna ley cósmica obliga a ello. ¿Acaso la enseñanza se paga solo con el IVA y la sanidad con el IRPF? En realidad, cuando las cotizaciones no cubren las pensiones, el Estado inyecta dinero de los presupuestos generales, es decir, del resto de impuestos. Y si el desequilibrio persiste y se agranda, tal como apuntan las proyecciones demográficas, tal recurso será cada vez mayor.

Problema: cotizaciones desiguales pagan pensiones desiguales, mientras que impuestos desiguales financian servicios públicos igualitarios, y quien quiere más lo compra al sector privado. La gente que ha cotizado por encima de la media no aceptará fácilmente que la pensión no se lo compense.

Compartir el artículo

stats