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La semana de A Ferrería

Los años perdidos del caso Sonia Iglesias

La reapertura del caso de Sonia Iglesias da un halo de esperanza a una familia abatida que desde hace casi ocho años malvive con esta tragedia. La Policía y la propia familia señalaron desde un principio a su pareja, Julio Araújo, pero a pesar de las contradicciones y mentiras del acusado, las pruebas, a criterio del juez, nunca fueron concluyentes.

La familia siempre creyó que la investigación sobre la desaparición de Sonia dejó mucho que desear en la búsqueda de pruebas con las que incriminar al sospechoso. Esta crítica puede entenderse como lógica ante la desesperación de ver perder a una hija o a una hermana. Pero, a tenor de lo ocurrido esta semana en la que un ejército de agentes llegados de Madrid de las unidades de Subsuelo, Policía Científica y Policía Judicial acudió a inspeccionar la casa familiar de Julio Araújo, donde en su día residió la pareja y hacia donde se encaminaba el coche en aquel trágico 18 de agosto, les viene a dar gran parte de razón.

Hace siete años se rastreó la casa, pero en nada parecido a lo que se ha hecho estos días en la finca, abriendo zanjas, vaciando el pozo y utilizando un georradar.

Difícil de entender que todo esto no se hiciera entonces, como lo es que con la aparición de estas nuevas pruebas que podría estar aportando ahora la policía tras el registro de la vivienda de San Mauro, a Julio se le investigue por un delito de homicidio y cinco minutos después salga por su propio pie de la Comisaría de Pontevedra camino de su casa.

Solo cabe concluir que la policía sigue careciendo, como entonces, de pruebas contundentes contra el principal sospechoso de la desaparición y muerte de Sonia, y a quien ahora se le intenta presionar como no se hizo en 2010, en caliente.

Su abogado, tras comparecer en Comisaría su defendido lo tuvo claro al afirmar: "Julio está tan preocupado como lo estaba antes", y no es para menos porque si alguna conclusión sacó la pareja de Sonia y principal sospechoso, es que la Policía, de momento, poca cosa tiene contra él, salvo sospechas como la del cementerio familiar de los Araújo en donde se buscan pistas para esclarecer la desaparición de la mujer. Simples sospechas que poco margen le van a dar al juez para tomar medidas tan sensibles como autorizar abrir unos nichos para exhumar los cadáveres enterrados en ese panteón, casi una veintena.

Hasta la fecha han sido años perdidos con la triste sensación para la familia y los vecinos de esta ciudad de que quizá no se ha hecho lo suficiente para esclarecer este caso.

El reciente caso de Diana Quer y la detención de su asesino dejan en mal lugar la investigación del caso Sonia donde desde un primer momento ha habido un único sospechoso y localizado, nada que ver con la detención e interrogatorio del Chicle. Se trata de verificar si Julio Araújo es culpable o inocente y todavía, casi una década después, seguimos con la deliberación.

A Sonia algún desgraciado le privó de vivir los mejores años de su vida junto a su hijo y su familia. Y se antoja que la policía está empleando demasiado tiempo en esclarecer este caso.

Solo cabe desear que pronto veamos al autor de esta crueldad en la cárcel y a la familia de Sonia velando su cuerpo tras tantos años de sufrimiento.

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