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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

El desatino

Uno de los efectos colaterales que puede ocasionar la mezcla entre el control parlamentario, que incluye -naturalmente- la crítica, más o menos agria, y la descalificación o las interpretaciones extrañas, es la de caer en el desatino. Y con él, en el descrédito de una función, la representativa, que debe ejercerse con el máximo rigor, siquiera por respeto a todos aquellos en cuyo nombre se habla. Por desgracia, la Cámara gallega parece estar en el camino de retorno a unos tiempos que se creían superados, en los que el insulto o la malevolencia eran herramientas frecuentes.

Se ha empleado la palabra "desatino" porque tal parece la afirmación -desde luego fue más que una insinuación- del portavoz del grupo de En Marea, responsabilizando al PP y a la Xunta de buscar con su actitud la prolongación de la huelga en Xustiza nada menos que para "impedir o retrasar los juicios por corrupción" que afectan en Galicia a sus cargos y/o militantes. Y cuando quien tal afirma es un experto en leyes, la idea suena aún peor, ya que por su condición sabe, o debería, que hay determinadas reivindicaciones que no se pueden satisfacer talcomo por imperativos presupuestarios y legales.

Claro que lo expuesto por su señoría es tanto menos admisible cuanto que se refiere, en el caso gallego, a juicios pendientes que afectan mucho más a algún otro partido. Por ejemplo al PSOE, que tiene bajo sospecha a personas relevantes -el señor Orozco, exalcalde de Lugo, desde hace varios años a pesar de que en alguna pieza separada la causa ha sido sobreseída tras el correspondiente recurso, o al ex secretario general del PSdeG, don Xosé Ramón López Besteiro, también desde hace tiempo, aunque menos-, sin que ello impida a EM entenderse con los socialistas.

En todo caso, hay algo aún peor en la intervención de ese portavoz: su afirmación convierte a los huelguistas en cómplices de la supuesta estrategia del PP al mantener el paro o en colaboradores involuntarios pero quizá fáciles de manipular. Y cualquiera de las dos hipótesis casaría muy mal con la cada vez más frecuente práctica de sus organizaciones de acusar más o menos veladamente a los medios de comunicación de intentar la movilización de la opinión pública de Galicia contra los funcionarios de la Administración de Xustiza.

Ese tipo de oratorias, que naturalmente el diputado tiene el derecho político de hacer aunque parezca chocar al menos con el rigor y con la estética, son las que motivan aquella afirmación inicial acerca de lo que, en opinión personal, se tiene por mal uso parlamentario. Y que, además, genera descrédito hacia la condición e incluso la profesión de lo que un día fue arte y ahora parece reducido, al menos algunas veces, en poco más que una charlotada que sólo busca hacer ruido para llamar la atención. Y sin percatarse, quien lo practica, de que el modo de ejercerlo no es sino una burla, o algo peor, hacia muchos de los que lo pusieron donde está seguramente para que los representase de otro modo y defendiese sus legítimos intereses con más sentidiño.

¿Eh??

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