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Joaquín Rábago.

360 grados

Joaquín Rábago

Al borde del abismo

La nueva estrategia militar de Donald Trump, oficialmente denominada "Revisión de la doctrina nuclear" (en inglés: "Nature Posture Review"), amenaza con colocar otra vez al mundo al borde del abismo.

Ese documento, que sustituye a la estrategia diseñada por su antecesor, el demócrata Barack Obama, da una vuelta más de tuerca al incorporar nuevos supuestos que justificarían el recurso por EE UU a ese tipo de armas.

Por ejemplo, los ataques estratégicos no nucleares, que incluyen los ciberataques dirigidos ya sea contra todo tipo de infraestructuras o contra los mecanismos de control aéreo.

"Debemos reconocer que el ambiente actual hace extremadamente difícil que haya avances en la reducción de armas nucleares a corto plazo", escribe el jefe del Pentágono, James Mattis, en ese documento.

Y no es precisamente tranquilizador el que el Departamento de Defensa de Estados Unidos se haya encomendado precisamente a ese general conocido por los hombres a quienes mandó en Afganistán como "Mad Dog" ('Perro loco'). Y que el Pentágono cobre más fuerza que la cada vez más desarbolada Secretaría de Estado.

La prensa estadounidense ha recogido algunas de las frases que utilizó en su día Mattis para animar a luchar a sus hombres: "Sed corteses, sed profesionales, pero tened a punto un plan para liquidar a todos los que encontréis".

"Hay cazadores y víctimas: con disciplina, astucia, obediencia y vigilancia, vosotros mismos decidiréis si sois cazadores o víctimas".

Y refiriéndose a esos afganos que "abofetean a sus mujeres": "Es muy divertido liquidarlos. Es divertido matar a alguna gente".

¿No es de lo más intranquilizador saber que "Perro loco" está a su vez a las órdenes de un presidente como Trump, que no soporta verse cada vez más acorralado por las investigaciones del FBI en torno a la trama rusa que supuestamente le ayudó a conquistar la Casa Blanca?

Un presidente cuya vanidad, soberbia y supina ignorancia le convierten con el botón nuclear a su disposición en el hombre potencialmente más peligroso del planeta.

Porque el presidente ruso, Vladimir Putin, podrá ser, y sin duda es un autócrata nostálgico de la desaparecida Unión Soviética, pero no parece caber duda de que es capaz de calcular los riesgos de un ataque nuclear, algo que dudo que nadie se atreva a decir del ocupante de la Casa Blanca.

Los estrategas estadounidenses no dejan mientras tanto de jugar con posibles escenarios en los que una potencia nuclear como Rusia pudiera hacer un primer uso del arma nuclear para justificar su propio rearme.

Así, por ejemplo, el politólogo Matthew Kroenig, de la Universidad Georgetown, de Washington, considerado muy próximo a los republicanos, planteó en un artículo aparecido recientemente en el diario "The Wall Street Journal" la posibilidad de que Rusia invadiese Estonia.

Estados Unidos acudiría entonces en ayuda del país báltico, actualmente miembro de la OTAN, a lo que Moscú respondería con el lanzamiento de una bomba nuclear contra un portaaviones norteamericano que se encontrase en ese momento en el Báltico.

"¿Qué haría usted si fuera el presidente?", preguntaba Koenig retóricamente al lector.

Resulta inquietante que los estrategas de un lado o de otro se planteen la posibilidad del primer uso de una bomba nuclear aunque sea esta de carácter táctico.

Las que hoy se consideran bombas tácticas tienen una capacidad destructora más de cien veces superior a la que hacia el final de la Segunda Guerra Mundial lanzó EE UU sobre Hiroshima.

Y, como reconoció el propio Mattis, "no hay armas nucleares tácticas. Cada arma nuclear que se utilice cambia la situación estratégica". Es decir, se entra en una espiral inimaginable de destrucción y de muerte.

Con tantas potencias nucleares en el mundo, los halcones batiendo los tambores de guerra, Israel cada vez más fuera de sí ante lo que tacha de desafío iraní y alguien tan imprevisible y errático en la Casa Blanca, el mundo vuelve a estar al borde del abismo.

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