Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Sólo será un minuto

Al otro lado del espejo

Laura: "Voy a contarte un secreto. Tú decides si me crees o no. Cuando era niña inventé un sistema para esquivar los malos tragos, las decepciones, los ridículos y, hasta cierto punto, el dolor. Digo hasta cierto punto porque en la vida hay tajos que no admiten atajos. Se me ocurrió mientras veía una película de ciencia ficción en que un científico cuerdo inventaba una máquina para teletransportarse. Me pareció una idea genial. E imposible de llevar a cabo por el común de los mortales. Pero yo, siendo mortal, no me consideraba una persona común porque tenía una aliada muy poderosa: la imaginación. Y con ella podía lograr lo que me propusiera. Entonces y ahora. Porque a ver a quién me demuestra que lo que imaginamos o soñamos no es real. Extraordinariamente real, añadiría.

Y me regalé mi propio teletransportador. Nada aparatoso ni grandilocuente, me gusta la austeridad. Mi padre me regaló una vez una diminuta rana de plástico con un sistema rudimentario dentro que permitía, al apretarla, soltar un croac. La rana teletransportadora. Demonios, no me negarás que fue ingenioso. O gracioso, creo. Siempre la llevo conmigo cuando en mis previsiones hay amenaza de tormenta. ¿Que mi marido vuelve a soltarme el mismo rollo victimista de siempre? Croac. Y desaparezco. ¿Que mis amigas empiezan a sacar la lengua viperina a pasear? Croac. ¿Que mi jefe tiene el día tóxico? Croac. ¿Que me ataca la nostalgia o la angustia? Croac y croac. ¿Que me entran ganas de llorar por no reír? Croac. ¿Que me siento una intrusa en las reuniones familiares? Croac. ¿Que se presenta una ocasión inmejorable para sentirme ridícula y la aprovecho? Croac. ¿Que me miro al espejo y no sé qué pensar de la extraña que hay en él? Croac. Y aparezco al otro lado".

Compartir el artículo

stats