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Antonio Touriño

El mirador de Lobeira

Antonio Touriño

Ni mito ni leyenda, Sito es un narco

El "Mito" se derrumbó al fin. Y con él otras 43 personas que la policía considera de la plantilla fija de Sito Miñanco, incluida su novia sudamericana que según dice la policía no solo se encargaba de las cosas domésticas del chalé de veraneo de la pareja en Algeciras. José Ramón Prado Bugallo, de 62 años, conserva figura de don juan porque no le ha ido mal durante los veintitantos años de prisión por alijos anteriores. Por su aspecto juvenil, en la sombra debió disfrutar de muchos privilegios.

Pero la maquinaria del Estado estaba detrás y funcionó finalmente al intervenir esos cargamentos de cocaína en altamar allá por el mes de noviembre ¿El posible creer que Sito tiene algo que ver en semejante historia?

Hace no muchos meses que Prado Bugallo mostró su arrepentimiento más solemne ante el juez Castro porque traficar con droga es lo último que se le podría pasar ahora por la cabeza. Él prefiere una vida honesta y no la cárcel.El remordimiento le quebraba.

Con lo visto no parece fácil que consiga prueba que demuestre ese propósito de enmienda y dolor de los pecados. Sito Miñanco desempeñaba el papel de un honorable vigilante de aparcamiento subterráneo con plaza preferente para su lujoso X5, un todoterreno BMW de casi cien mil euros, muy fáciles de conseguir cuando se vive de alquiler en un chalecito con piscina y jardín.

Lógico parece que el vilanovés pasara desapercibido en Algeciras, un vecino que no levantaba sospechas pues muchos creían que era el dueño del garaje. Nadie le suponía un simple operario. Faltaría más.

Además ¿por qué tenía nadie que seguir sus pasos? Cierto que el juez le prohibió establecerse en Vilanova para disfrutar de libertad condicional, pero nunca le impidió viajar a su tierra. Y la morriña es la morriña,claro que también el marisquiño, pero no es fácil recorrer 2.200 kilómetros de ida y vuelta para dormir por la noche al CIS de Botafuegos.

Pero ahora le toca otro rol. El vigilante está encriptado -como sus teléfonos- por las rejas de la prisión en la que seguro "¿descansará?" unos años más.

A partir de ahora, ni mito ni leyenda, vuelve a ser el narco gallego de toda la vida, pese a su actual aspecto de señorito andaluz.

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