La niebla y el frío de febrero se pegaban a los árboles y los cuerpos. El monasterio de Carboeiro aún está cerrado. A su lado solo se escucha el sonido del agua más abajo. Las primeras instantáneas de los caminantes llegan al cruzar a ponte do demo sobre el río Deza. El ascenso a buen ritmo deja atrás al de siempre. Me había oxidado la dura cuesta de enero tras los excesos navideños. Por eso fue una bendición andar, respirar, conversar por estos parajes pletóricos de verde fresno, roble, abedul; y para no ahogarse en la floresta, reparar en el sugerente ombligo de venus.

Al llegar a la altura de Baños da Brea recordé en voz alta aquel Apóstol que pasé en el balneario hace veinte años. Tenía necesidad de poner distancia del vértigo radiofónico y urbano, tanta que me perdí una tarde en el monte. Desde allí la bajada al área recreativa de A Carixa conviene hacerla con el freno puesto en las botas. Tras cruzar el puente de hierro, donde maridan los dos ríos, comienza una empinada y resbaladiza subida a la Fervenza del Toxa. Escaleras y pasamanos ayudan, integrados en semejante espacio natural. Fina no sale de su asombro, mayor aun cuando alcanzamos la piscina donde cae la cola de caballo desde setenta metros de altura. Nueva sesión fotográfica sobre el fondo de saco: todo un privilegio, como dice Jose, al no haber nadie.

De vuelta a la senda ya topamos con grupos y perros de compañía. Adif presume en el cartel de haber acondicionado estos territorios afectados por la línea del AVE, cuyo viaducto pasaremos dos veces. Antes nos habríamos aventurado por el canal central de agua de Merza hasta alcanzar el mirador, donde repostamos a base de fruta y nueces. Ha salido el sol y la vuelta al monumento románico en dirección al este no está señalizada como senda, algo que costaría bien poco.

La contemplación de los veintitrés músicos de la puerta principal, con el organistrum en la dovela central, exige nuevos planos en el móvil. Isa nos vende entradas y tazas de recuerdo. A quien recordamos ahora mientras paseamos por la iglesia es al arquitecto Almuíña, coordinador del equipo que diseñó la rehabilitación del conjunto allá por los noventa. Anxos también recuerda que en lugar tan excepcional se grabó el vídeo de Enrique Iglesias para promocionar Galicia. Entre tanto yo me pregunto cómo sonaría el canto gregoriano de los monjes benedictinos.

*Periodista