A estas horas, y a la vista de lo que -oficiosamente- se ha dicho desde el PP tras la reunión de su presidente con los llamados "barones" territoriales, resultan ya innegables algunas de las características de ese partido, sobre todo en tiempos de turbación. La primera, que no es exclusiva ni mucho menos, una insuficiencia notable para la autocrítica y, a la vez, la constancia en suplir esa virtud con excusas dirigidas hacia otros, incluso entre los suyos. La segunda, que tienen todos bien aprendido aquello de "el que se mueva no sale en la foto", y lo extienden al que hable.

Hay más características, aparte de la general y la patentada por don Alfonso Guerra. La tercera, y sin ánimo de agotar el catálogo -por falta de espacio- es la fuerte jerarquización, que lleva a un cierto culto de latría hacia la presidencia y que "obliga" a cumplir sus directrices a pies juntillas. Y a aceptar, verbigratia, sus análisis acerca del estado de la opinión pública, que se traduce en encuestas, como algo transitorio, debido a la mala comunicación de lo bien hecho por el Gobierno o solamente al "efecto" electoral de lo ocurrido en Cataluña.

El resultado de todo ello -y, como queda dicho, de más que se podría añadir- es la inverosimilitud de los relatos que, sobre ocasiones como la reunión de la cúspide gubernamental y partidaria, hace el PP de lo que allí se trató. Con excepción quizá del asunto de la financiación autonómica, es absurdo pretender que de todo lo demás -las tormentas demoscópica y judicial- estaban fuera de la agenda o sólo se abordaron de pasada. Y si eso fuera cierto sería síntoma de que las cosas, ahí, están peor de lo que parece a causa de la miopía -o la "timidez"- de los análisis.

La excepción, que confirmaría también esta vez la regla, se refiere al espinoso asunto de la financiación autonómica. Con una buena noticia para Galicia: la retractación -en versión oficial, "clarificación", pero tanto monta?- del ministro de Hacienda sobre las deudas y las quitas y anunciando que no las habrá. Por eso se habla de buena noticia para este antiguo Reino, porque sería de los más perjudicados por la aparente intención del señor Montoro, aunque don Cristóbal en un auténtico experto en sacar y meter conejos de y en la chistera, y no conviene fiarse mucho.

En lo que sí parece que hubo éxito, si se hace tal como se dijo lo de la financiación, es en la firmeza del presidente de la Xunta al rechazar una y otra vez la doble vara de medir. Puede que no sea un éxito sólo personal, porque otros secundaron su actitud, pero desde luego el señor Núñez Feijóo es quien más veces, en más púlpitos y con mayor firmeza expuso su oposición a los bonus para puferos, y es justo reconocerlo así. No parecen pues demasiado acertadas las críticas de sus diferentes adversarios políticos sobre que don Alberto "pintaba poco en Madrid".

Conste.