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De vuelta y media

El solar para el cuartel de Campolongo El Ayuntamiento se endeudó hasta las cejas para lograr el asentamiento del nuevo 14º Regimiento Montado de Artillería

Históricamente, el Ayuntamiento de Pontevedra se mostró siempre muy condescendiente ante cualquier petición del estamento militar. Ejemplos hay muchos y bastante palmarios. Hace un siglo ahora, la corporación municipal luchó contra viento y marea, llegando incluso a endeudarse hasta las cejas, con tal de conseguir la instalación del 14º Regimiento Montado de Artillería, que también acariciaron Santiago, Lugo y Ourense.

Una Real Orden del Ministerio de la Guerra, de 23 de noviembre de 1917, oficializó la designación de Pontevedra "en principio", como lugar de acogida de la nueva fuerza militar. Un mes antes, el capitán general de 8ª Región Militar, Antero Rubín, anticipó la buena nueva al alcalde, pero reclamó una implicación municipal: la cesión gratuita del solar apropiado para la construcción de un cuartel, así como la ayuda imprescindible para su instalación provisional.

El ministro del ramo, Juan de la Cierva, nominó para supervisar el proceso una comisión técnica militar, que integraron el coronel Alvarellos, de Ingenieros; el coronel Estrada, de Artillería, y el coronel Mucientes, de Estado Mayor.

Acompañados por el ingeniero y diputado Vicente Riestra, y por una comisión municipal encabezada por el propio alcalde, Javier Vieira, los tres militares examinaron in situ los lugares ofertados y los locales barajados a finales de enero de 1918. Como resultado de ese trabajo inicial presentaron un dictamen al Ayuntamiento con las opciones preferidas.

El antiguo Gimnasio, de Manuel Carballo; los almacenes del viejo Cuartel de Carabineros, de la viuda e hijos de Viaño; la plaza de toros y sus terrenos contiguos, de varios propietarios; los almacenes de Carrillo; la fábrica sin uso de A Eiriña, de los herederos de Limeses, y una parte del ex convento de San Francisco?.Todas estas ubicaciones se contemplaron como dependencias válidas para su instalación temporal.

En cuanto al solar destinado a la construcción del acuartelamiento, la comisión militar desestimó seis ofertas por considerar lejana su ubicación y solo dejó dos posibles opciones al Ayuntamiento: Campolongo o Lérez.

El pleno extraordinario del 5 de julio de aquel año resultó especialmente tenso y dividió a la corporación municipal. Algunos ediles cuestionaron el dictamen elaborado por los tres coroneles, mientras que otros concejales se enfrentaron por las opciones propuestas. Al final, una votación secreta se decantó en favor de Campolongo.

El capitán general Antero Rubín agradeció al Ayuntamiento el ofrecimiento del solar preferido por el estamento militar y urgió su entrega formal, con el 31 de julio de 1918 como fecha tope. Entonces, iba a iniciarse la obra del cuartel de inmediato y luego pareció que no empezaría nunca.

Cuando el asunto parecía encarrilado y se preparaba la firma de la escritura de compra-venta, surgió un obstáculo inesperado: los 41.000 metros cuadrados provenían de 48 predios de 33 propietarios distintos, aunque la mitad pertenecía a los marqueses de Leis. El notario Rafael López de Haro declinó la firma de la escritura y trasladó al alcalde su impresión de que la operación era "irrealizable" por la existencia de problemas legales con la titularidad de algunas fincas y con la ausencia de varios propietarios.

El alcalde Vieira volvió a promover otra sesión extraordinaria para abordar la delicada situación, que empezó a superar la resistencia anímica de algunos ediles. Mayoritariamente se convino que la opción de Campolongo resultaba imposible y en su lugar se optó por Valdecorvos y no por Lérez, como parecía lógico.

El escándalo fue mayúsculo cuando el 31 de julio, último día del plazo concedido por el Ministerio de la Guerra para recibir la cesión del solar, la comisión técnica militar rechazó de plano la alternativa ofertada.

Durante algunas horas angustiosas, Pontevedra dio por perdido el 14º Regimiento Montado de Artillería y la ciudad entera entró en estado de shock. La corporación municipal se convirtió en el blanco perfecto del malestar ciudadano y la prensa local se despachó a gusto.

Bajo esa fuerte presión social, el alcalde Vieira convocó el 2 de agosto otro pleno monográfico para tratar de solventar in extremis el endemoniado asunto. Antes de su inicio, el regidor hizo una llamada a la concordia en su despacho, pero el consenso resultó imposible.

Algunos concejales como Timoteo Gay y Prudencio Canitrot cambiaron el sentido de su voto hacia Campolongo en detrimento de Lérez, con el único propósito de evitar la pérdida del nuevo regimiento. Por el contrario, Roque Rodríguez obvió el ultimátum militar, formuló una defensa a ultranza de Valdecorvos y propuso sin éxito el desplazamiento a Madrid de una comisión municipal para requerir la mediación de los diputados Besada y Vincenti ante el Ministerio de la Guerra.

Finalmente, la adquisición del solar de Campolongo salió adelante por trece votos a favor y ocho en contra. Entonces la corporación municipal obtuvo un nuevo plazo de la Capitanía General hasta el 31 de agosto para solventar los problemas anteriormente detectados en la elaboración de la escritura de compra-venta.

La incertidumbre de la operación se mantuvo, hasta que a las dos y media de la tarde del último día señalado, el notario López de Haro culminó felizmente su trabajo, después de una ímproba labor.

El domingo 22 de septiembre del mismo año 1918, Antero Rubín realizó una visita oficial a Pontevedra de dos días para agradecer la cesión recibida. El Ayuntamiento organizó un cálido recibimiento y ofreció al capitán general un gran banquete en su salón noble, con un exquisito menú servido por el hotel Méndez Núñez.

La calle que todavía hoy lleva su nombre en Campolongo fue el agradecimiento postrero de la corporación municipal al general Rubín por su intervención en la venida del nuevo regimiento.

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