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Joaquín Rábago.

360 grados

Joaquín Rábago

Los médicos no deben descuidar el lado artístico

Son famosos los casos de médicos eminentes y humanistas, fuertemente interesados en la cultura y las artes en general, como son nuestros Gregorio Marañón y Santiago Cajal.

Hay muchos médicos que destacaron como literatos, desde Chéjov o Rabelais hasta los austriacos Arthur Schnitzler y Sigmund Freud, el alemán Gottfried Benn, por supuesto también nuestro Luis Martín-Santos o alguien tan polémico por su filonazismo como el francés Louis-Ferdinand Céline.

Pues bien, según la publicación especializada Journal of General Internal Medicine, los médicos que se interesan desde jóvenes por la música y las artes en general suelen empatizar más con los pacientes y entienden mejor sus problemas.

Los autores del estudio analizaron a 700 estudiantes de medicina y llegaron a la conclusión de que quienes acuden con frecuencia a conciertos o al teatro y visitan exposiciones están más abiertos a todo lo nuevo y son más receptivos a los sentimientos y emociones de los demás.

El gozo artístico parece actuar positivamente no sólo sobre los enfermos sino que también contribuye al bienestar personal de los profesionales, según se deduce de ese estudio.

"Las artes y la medicina se han distanciado cada vez más en los últimos cien años", explica el autor del estudio, Salvatore Mangione, de la Jefferson University, de Filadelfia (EE UU).

"Nuestros conclusiones son que hay que reunir el hemisferio derecho e izquierdo del cerebro, y ello en beneficio tanto del médico como del paciente", afirma Mangione.

La médica y pianista alemana Claudia Spahn, que dirige con su marido, Bernhard Richter, a su vez médico y cantante, el Instituto de Musicoterapia de la clínica universitaria de Friburgo, anima a los jóvenes músicos a "no descuidar su lado artístico" por mucho trabajo que tengan.

El ya fallecido Thure von Uexküll, pionero de la medicina psicosomática en Alemania, abogó en su día por impulsar durante el estudio de la medicina disciplinas relacionadas con la filosofía, la lengua y las artes en lugar de limitarse a la física, la química y la biología.

A quienes desconocen los grandes dramas de la literatura o no tienen sensibilidad alguna para las creaciones musicales les resultará en principio más difícil entender muchas veces las necesidades, preocupaciones y esperanzas de sus pacientes ante la enfermedad y la muerte.

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