Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Juan José Millás.

El loco

Conversaciones ante el primer café de la mañana

El bar de la esquina está frío a primera hora de la mañana. Se lo decimos al dueño y hace un gesto de impotencia.

-Para mantenerlo caliente tendría que subiros el café y el cruasán y las tostadas. Seguro que vuestras casas también están frías a esta hora.

Lleva razón, así que nos callamos. Por la tele pasan el anuncio de un coche de alta gama, un automóvil que, pese a su materialidad, atraviesa el paisaje con la elegancia de un espíritu. Un parroquiano habitual se vuelve y me dice que él jamás tendrá una máquina como esa.

-No es justo -añade- que anuncien cosas a las que nunca podremos acceder.

Arqueo las cejas y asiento en expresión de solidaridad mientras las terminaciones nerviosas de mi cerebro comienzan a establecer asociaciones. El parroquiano rectifica:

-No es que sea injusto, es que se trata de una verdadera agresión. Debería estar prohibida toda esa publicidad, y más a estas horas. Yo siento que la publicidad me ataca de un modo personal. Hacen los anuncios para fastidiarme. ¿No sientes tú lo mismo?

-La verdad, no -digo-, a mí me molestan más los anuncios de pizza y los de hamburguesas baratas. Me producen ardor de estómago.

-¿Pero no te gustaría tener un coche como ese?

-No me gustan los coches.

En esto entra una señora, también habitual, pide un café con churros e informa al respetable de que ha soñado con Macron.

-Su hija pequeña -añade- tenía gastroenteritis.

Le informo de que Macron no tiene hijas pequeñas y dice que ya lo sabe y que lo mejor de todo es que quien ha amanecido con gastroenteritis ha sido su marido.

-Lo he dejado en la cama -concluye.

Termino mi café, salgo a la calle e intento poner orden, sin lograrlo, en los estímulos intelectuales recibidos. Entonces acude en mi auxilio aquella cita de Shakespeare, con perdón: "La vida es un cuento lleno de ruido y furia contado por un loco".

Compartir el artículo

stats