Un centenar de artistas e intelectuales francesas, entre ellas la icónica Catherine Deneuve, han denunciado esta semana en una tribuna en el diario Le Monde, el exceso de "puritanismo" y "justicia expeditiva" que a su juicio hay tras la campaña #metoo (yo también) contra el acoso y el abuso sexual, que se ha extendido por todo el mundo a raíz de las denuncias de decenas de actrices norteamericanas contra el productor Harvey Weinstein, primero, y contra otros actores y directivos de Hollywood, después. Las mujeres francesas que firman la tribuna rechazan, obviamente, el acoso sexual y la violación, pero defienden "una libertad para molestar, indispensable para la libertad sexual" y creen que "importunar" a una mujer, ligar con ella aunque sea de forma insistente, piropear o intentar besar a una mujer, no son agresiones sexuales, y añaden que se ha entrado en una campaña de acusaciones públicas de individuos que, "sin haber tenido la posibilidad ni de responder ni de defenderse, se les ha situado al mismo nivel que los delincuentes sexuales". A juicio de estas mujeres, en ocasiones, estas iniciativas "sirven a los enemigos de la libertad sexual, a los extremistas religiosos,a los peores reaccionarios y a quienes estiman que las mujeres son seres que reclaman ser protegidas". ¿Será verdad que en la reacción de millones de mujeres contra el acoso sexual se esté cayendo en el exceso? ¿Existe el riesgo de repetir una caza de brujas contra la libertad sexual como apuntan las francesas? ¿Se está demonizando el flirteo confundiéndolo con el acoso?

No creo que haya nada malo en intentar ligar, ni siquiera en la insistencia, dentro de los límites que marque el respeto y el sentido común. No me molesta que me digan que estoy guapa el día que me pinto los labios, no voy a montar un número porque un compañero me mire el escote, ni creo que esté mal que un hombre le diga a una mujer que quiere acostarse con ella, o al revés. Es evidente que todo esto, como señala Deneuve y el centenar de intelectuales francesas, es normal dentro de la libertad sexual.Pero no creo que sea el viejo juego de la seducción lo que se está denunciando en movimientos como el #metoo sino, precisamente, la falta de libertad para decir no sin miedo a perder un ascenso, a que no te den un papel en una película o a que te violen.

Rechazar la violencia y el acoso sexual no tiene nada que ver con el puritanismo. Las mujeres tenemos que poder acostarnos con quien nos da la gana, pero porque nos da la gana, no por miedo a perder el trabajo.

Decir no también es libertad sexual.