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Un edificio noble de mudanza en mudanza

El destino caprichoso reservó una suerte muy pareja a la Escuela de Artes y Oficios de la avenida de Montero Ríos y al vecino Grupo Escolar de Las Palmeras: salvo momentos puntuales de su azaroso devenir, ninguno de los dos fue utilizado por razones dispares para acoger las enseñanzas previstas en su creación original.

No obstante, el primero se acercó a su finalidad más que el segundo, puesto que su denominación inicial de Escuela de Artes y Oficios incorporó antes de echar a andar otra utilización compartida como Normal de Maestros. Y esa segunda usanza sí tuvo durante bastante tiempo, en tanto que la primera quedó literalmente inédita porque el Instituto se cruzó en su camino.

La Normal de Maestros llegó al nuevo edificio levantado en la Gran Vía tras abandonar unas instalaciones bastante inadecuadas en la calle Riestra, junto a la librería e imprenta Paredes. Por su parte, la Normal de Maestras ocupó en la calle Sarmiento el edificio García Flórez, unas dependencias bastante lustrosas, que a su marcha fue adquirido por el Museo Provincial.

La primera etapa de la Escuela de Artes y Oficios se cerró en 1930 con la marcha del Instituto para su propio edificio al otro lado del Palacio Provincial y la llegada de la Normal de Maestros. A partir de entonces y hasta 1964, aspirantes a maestros y maestras convivieron en sus aulas, juntos pero no revueltos. Su interior se partió literalmente en dos, con entradas separadas por delante para las chicas y por detrás para los chicos. Aquel régimen de separación se cumplió a rajatabla bajo estricta vigilancia.

Las dos Escuelas Normales comenzaron el curso 1964-65 en un nuevo edificio en la Avenida de Buenos Aires, a orillas del Lérez, y el Instituto Femenino recién creado y desgajado del Masculino pasó a ocupar su lugar en la vieja Escuela de Artes y Oficios.

El último uso ligado al sector de la enseñanza del edificio de referencia correspondió a la Delegación de Educación con todos sus servicios, que hizo allí el tránsito del Estado a la Xunta en los años 80.

Cumplido un siglo de vida activa, la Escuela de Artes y Oficios pasó a manos del Ayuntamiento, pero nunca llegó a utilizarla. A través de un singular acuerdo rubricado en 2011, Lores cambió a Louzán este edificio por un puente nuevo sobre el Lérez en Monteporreiro.

No pocas luces rojas se encendieron entonces con fuerte parpadeo cuando el presidente de la Diputación exhibió sin pudor su pésimo gusto y su escaso respeto por el patrimonio artístico. Ni corto ni perezoso Rafael Louzán amenazó con cargarse sus ladrillos rosados para darle un nuevo aspecto a su fachada policromada. Afortunadamente la sangre no llegó al río y esa transformación estética nunca llegó a producirse, quizá porque alguien logró cambiar aquel criterio inicial de Louzán Abal.

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