Buenos días nos dé Dios tras estas jornadas vacacionales que nos han servido de puente al 2018. Y hablando de Dios que me perdone si digo que para comer tan buen bacalao pochado como el que ayer cené en Zamora, en el restaurante Los Caprichos de Meneses (Plaza San Miguel, junto a la Mayor), hay que recorrer en Galicia mucho kilómetro. Es una delicia para paladares reales este bacalao que ya comí por segunda vez, pochado en grasa de jabugo con espuma de bacalao y helado de pimentón. Pero es que antes pedí como introito un blinis de foie que me acercó a los cielos, por no hablar del solomillo de ternera de aliste que pidió una rubia que tenía al lado y del descubrimiento de un gustoso vino Toro, suave y muy económico, Románico, creado por los Eguren, los de Sierra Cantabria. No es solo el producto, es la cocina, en la que mandan la reina madre Margarita y la infanta repostera Enar esposa e hija del monarca zamorano Alfonso Meneses. Volveré como sea.

En Vigo, comiendo de Sober

Pero eso fue en Zamora, donde recalé viniendo de Vigo el domingo noche y dormí por causa de la nieve en el Palacio del Duero, un NH que fue parte de un antiguo convento del XIV y que a mí me seduce porque está junto a la iglesia de Santa María de la Horta, que perteneció seis siglos antes de nacer nosotros a la Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén. En Vigo, hace unos días, nos invitó a Jaime López "Capitán" y a mí otro Jaime, Rodríguez , a su casa de Coruxo, ahí en la rúa do Combro. Jaime es un patriota de Bulso, su pueblo de Sober en la Ribeira Sacra, y allí cultiva unos Amandi " A Casa da Torre" para él y sus amigos que este año le salieron redondos, eso sí, con 14, 5 grados. El cocinillas creo que es él pero su mujer, Emilia Carnero, para compensar, nos puso unos montaditos de huevo de codorniz con jamón ibérico y anchoa del Cantábrico que te ponían a cien. Había por la mesa para cortar lomo, salchichón y chorizo que, a pesar de ser de su matanza, nos dio vida. Pero el eje culinario fue el guiso de pollo traído de Bulos, criado en anárquica libertad al aire libre por la señora Teresa. ¡Buf, qué sabroso!

En Lamari con la Lolailo

No se me olvida tampoco el cabrito y cordero que comí el sábado en Lamari, aconsejado por Ana. En realidad yo fui allí a pagarle el soberbio guiso de rape que nos preparó para la cena de Fin de Año en mi casa, pero vi junto al fogón el cabrito y me sentí como anclado al lugar, como encarcelado por Ana porque Mari estaba griposa en casa. Llamé a la Lolailo, o sea a Loló Domínguez, la saqué de la cama porque se había liado hasta las 5 en el Plaff la noche anterior, y casi me llegó en camisón cuando le hice la propuesta. Comimos cordero y cabrito y yo le sugerí que se pusiera como yo de hinojos para dar gracias a Dios pero no quiso. Estos ourensanos de A Ponte te son unos rebeldes.

Y a pintar y escribir con Aldara

Y ya pasé a ver la exposición de pinturas que aún exhibe la viguesa Aldara Pueblas en el edificio del Plan Comunitario del barrio viejo, en Oliva, 12. Son inquietantes esos dibujos, como si hablaran de movimientos interiores de la mente, no sé si tormentosos. Pero me llama la atención en Aldara su afán literario, que se ha traducido en tres libros, uno de ellos "¿Le echarán metadona al café?", que parece el reflejo del interior mental de diversos enfermos, digno de atención o interpretación psicológica. Son historias relacionadas con distintos síndromes.