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Las bodas de Mari Quintero

Contaba la fotógrafa Mari Quintero, a punto de cumplir 86 hermosos años, brillante conversadora y lúcida, una historia que hoy parece inverosímil. En los buenos tiempos en los que ejercía el oficio, ¡en un solo día llegó a hacer fotos de 20 bodas!

Por supuesto, no tenía la exclusiva en Vigo, donde trabajaban otros colegas de profesión de prestigio, que también recibían encargos.

A estas alturas, lo que asombra no es que hiciera tantas bodas en una jornada, lo asombroso es que en un solo día se casaran tantas parejas, ya que a las suyas había que sumar las de los otros profesionales.

"Las novias hacían cola", recuerda Mari Quintero, que llegó a ejercer más de sesenta años a pleno rendimiento.

No se inició en Vigo, sino en Lugo, donde su padre tenía un estudio fotográfico, y así pudo entrar en el oficio desde la adolescencia y seguir la tradición.

En Vigo existía una sólida tradición gráfica. Desde antiguo, habían recalado prestigiosos fotógrafos, que a comienzos del siglo XX ya mostraban su arte en la más importante revista ilustrada de la región: "Vida Gallega". Por lo que estaba sembrada de grandes nombres de la profesión: Ksado, Sarabia, Pacheco, Llanos?

Era una plaza atractiva por ser la ciudad más poblada de Galicia. Pero por idéntica razón tenía inconvenientes: cuantos aspiraban a triunfar querían instalarse allí. Y competían por ser los mejores.

Mari Quintero empezó a darse a conocer a los quince años, al realizar una exposición en Vigo, por iniciativa de su padre. Fue el aviso de lo que estaba dispuesta a hacer.

Abrió un estudio, en el que cosecha los éxitos que la llevaron a merecer los premios que adornan su biografía. Entre ellos el título de "viguesa distinguida", que luce con orgullo.

Su recuerdo de las bodas induce a reflexión, porque trasciende la anécdota del récord personal, en estos tiempos en que los matrimonios cada vez son menos.

Desde 2012 no se superan anualmente en Vigo los mil enlaces, y la cifra va en descenso. ¡Nada que ver con los veinte en un día de Mari Quintero, aunque fuera el más solicitado del calendario, y vinieran parejas de fuera!

Junto a las suyas, otros fotógrafos se ocupaban de más bodas, por lo que las que se celebraban en el mismo día eran bastantes.

Es cierto que en los últimos años se ha incrementado el número de parejas que conviven sin ningún tipo de contrato "legal". Pero esa convivencia espontánea, en muchos casos estable, no compensa la cuantía de matrimonios que se celebraban en el pasado.

Estos datos tienen necesariamente una repercusión sociológica.

Si se acude al Registro Civil de hace cuatro décadas y se compara la proporción de nacimientos con el número de bodas es evidente que existe una correlación. Tanto las celebraciones religiosas, entonces la mayoría -las últimas estadísticas indican que ahora solo son tres de cada diez- como las civiles, en aquel tiempo minoritarias, repercutían en el índice de natalidad.

Aún tardará años en formalizarse el contrato legal de "parejas de hecho", una opción entonces inexistente y que ha aumentado.

Aunque influyan otras motivaciones -las nuevas costumbres, el nivel de vida, la liberación de la mujer, y su introducción plena en el mercado laboral-, se constata que el descenso de la natalidad guarda relación con la modalidad de convivencia de las parejas. Según se planteen un tipo de matrimonio, jurídico o no.

Sin poder afirmar que existe conexión de causa y efecto, a primera vista es evidente que la natalidad está relacionada con el compromiso de convivencia que se asume.

Hay más nacimientos entre las parejas consolidadas legalmente, sea el contrato matrimonial que acordaron del tipo que sea, que entre las que conviven sin contrato. Y crece el número de éstas.

Por lo que podría agudizarse el incontrovertible descenso de la natalidad, que constituye uno de los graves problemas de las sociedades occidentales y, en particular, la gallega.

Pero la historia profesional de Mari Quintero, de cuando se acumulaban las novias ante su estudio, haciendo cola, para que las retratara en uno de los momentos más importante de su vida, es irrepetible. Casi increíble. Por fortuna ella sigue ahí para contarlo -el alcalde Abel Caballero es testigo-, porque expuesta la historia en tercera persona mucha gente no lo creería.

¡Que una fotógrafa llegó a retratar veinte novias en un solo día, imposible! ¡Si ahora hay semanas en que no se supera esa cifra en Vigo! Sería un comentario de gente joven que no conoció los tiempos en que la juventud se casaba. Era una de las pautas sociales inequívocas a seguir: casarse, formar una familia !y tener hijos!

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