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"Uberización", "bitcoin"... ¿en serio?

Las candidatas a palabra del año en España y Estados Unidos

Cuando se acercan las Navidades, y se montan esas mesas nuestras con langostinos, cava catalán y turrón, me siento un poco superior a los norteamericanos, porque he leído que Donald Trump sobrevive a base de hamburguesas, pollo frito y pizza precocinada, y que tampoco en fechas señaladas como Acción de Gracias o Pascua soporta los menús sofisticados o mínimamente pensados. Pero enseguida se me pasa el arrebato supremacista, como una digestión pesada. La revista "Time" ha elegido como persona del año 2017 al movimiento #MeToo, que representa a todas las mujeres decididas a desterrar el sórdido silencio que pesa en torno al acoso sexual. Una auténtica rebelión contemporánea. Empezaron actrices y modelos, y se han ido sumando personas de otras profesiones artísticas, animadas por fin a denunciar algo de lo que se consideraban casi culpables: la invasión del propio cuerpo por parte de quienes tenían la sartén por el mango, y que durante décadas han sometido a sus prójimas con violencia y desprecio a cambio de permitirles una carrera medio potable. Auténticas agresiones que la industria del entretenimiento tapaba para seguir ofreciendo su mejor cara. Hay intocables que empezaron el año decidiendo el destino de sus semejantes, y lo han acabado en el ostracismo: el productor Harvey Weinstein, el actor Kevin Spacey. Hay otros que aguantan la respiración, porque barruntan que su tiempo de gracia se acaba, y que sus crímenes en realidad no han prescrito: Woody Allen, Roman Polanski. Las mujeres han decidido que el silencio ya no es una opción, y que vale la pena gritar, aún a riesgo de caer en desgracia. Por eso, el diccionario Merriam-Webster ha decidido que la palabra del año en Estados Unidos es "feminismo", señalando la importancia que está teniendo "la búsqueda constante por definir este término". El feminismo está de nuevo furiosamente en vanguardia, rompiendo diques que se creían indestructibles. Es una bandera que se reproduce de múltiples formas, y que muchas mujeres están al fin contentas de defender.

En España también se elige la palabra del año al acabar diciembre. En ediciones pasadas fueron señaladas "escrache", "selfi", "refugiado" y "populismo". Este año optan doce candidatas: "aporofobia", "aprendibilidad", "bitcoin", "destripe", "machoexplicación", "noticias falsas", "odiador", "soñadores", "superbacteria", "trans", "turismofobia" y "uberización". ¿Perdón? No me quedo con ninguna. Salvo "turismofobia", las otras no las he usado ni una sola vez este 2017, y eso que trabajo con el idioma. ¿Dónde está la palabra "feminismo" en España? ¿Tal vez será nuestra palabra del año el año que viene? ¿O el otro? ¿O la década entrante, que ya por lo que queda? Ni los ríos de tinta que han corrido sobre el juicio a "la Manada" por la presunta violación en los Sanfermines, ni las reacciones al medio centenar de crímenes machistas perpetrados este año colocan el feminismo entre los conceptos de moda por estos pagos. Ahí nos ganan los americanos, como en tantas otras cosas que muy a menudo tienen que ver con la capacidad de analizarse y la autocrítica. Tal vez en nuestro país la "uberización" es el tema que ha cambiado vidas y ha abierto los ojos de mucha gente este 2017, pero lo dudo. No está "feminismo", como tampoco "independentismo". Raro. Pero esos diques no servirán, porque las palabras que definen aquello que marca sustancialmente la diferencia acaban abriéndose paso. Este calendario, o el siguiente.

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