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La suerte ya es estar aquí

La influencia del azar cósmico en muchos aspectos de la vida

Vivimos días dedicados al azar. En modos diferentes, por supuesto. Pero ciertamente la forma en que unos pocos miles de votantes decidan ejercer su derecho o no, o las condiciones meteorológicas, pueden decantar el resultado de unas elecciones. Si un juez de línea pestañea puede dudar y no legalizar ese disparo de Messi que cruza la línea de gol. Quizás el aleteo de una mariposa en Avilés pueda provocar un cambio en el efecto de una falta lanzada por Cristiano y desviar el balón lo justo para que golpee el palo y salga de la portería en vez de entrar en ella. Y, por supuesto, esas 1.807 bolitas con premios se podrían haber combinado con las 100.000 bolitas de los números de cualquier otra manera -¡a ser posible una más afortunada para nosotros!-.

Sabemos que el azar decide muchos aspectos de nuestra vida. Pero no solemos pensar en el azar cósmico. Podemos intuir que si la Tierra se hubiera formado más cerca o más lejos del Sol, las condiciones en la superficie serían diferentes: posiblemente el exceso de calor o de frío habría evitado la formación de océanos, y la vida nunca hubiera surgido en nuestro planeta. Si el asteroide de Chicxulub no hubiera golpeado Yucatán hace 65 millones de años, puede que los dinosaurios siguieran siendo la forma de vida dominante en la Tierra y "nosotros" fuéramos pequeños simios ocupando nuestro lugar en las cimas de los árboles.

Otros aspectos son más sutiles: ¿la presencia de un planeta gigante como Júpiter, que absorbió la mayor parte de las colisiones en el joven Sistema Solar, permitió que la evolución siguiera su curso en la Tierra? ¿Puede que sin el equilibrio que da la Luna al movimiento de la Tierra el clima terrestre fuera mucho más variable y caótico, no permitiendo el desarrollo de la humanidad? ¿Tal vez si la abundancia de metales en la nube de gas que dio origen al Sistema Solar hubiera sido un poco más baja no hubiera sido posible formar planetas rocosos como el nuestro?

Podemos ir aún más lejos y ocuparnos de temas más arcanos. Por ejemplo, un par de minutos después del origen del Universo aparecieron las primeras partículas nucleares, protones y neutrones. Tuvieron apenas cien segundos para reaccionar entre ellas y sólo el 25% de ellas lo consiguieron, formando núcleos de helio. El resto (el 75% de la materia del Universo) permaneció sin reaccionar, en forma del elemento más simple: hidrógeno. Si las constantes que dominan la física nuclear fueran marginalmente diferentes, ese proceso habría permitido que todo el hidrógeno se transformara en helio. Pero un universo sin hidrógeno es un universo sin agua -adiós a la única base que conocemos para la vida-.

Los científicos utilizan el Principio Antrópico para dar una justificación plausible a este hecho inquietante: muchos parámetros, muchos eventos, muchas coincidencias parecen haber sido perfectamente ajustadas para que nosotros estemos aquí, ahora, vivos y leyendo el periódico. En su forma más débil, el Principio Antrópico simplemente explica que todas esas condiciones se han dado porque de hecho estamos aquí. Si nuestro Sol no tuviera planetas rocosos, si nuestro planeta no tuviera una luna, o si en el Universo no hubiera agua, entonces podría haber otro ser (posiblemente con vida basada en metano, en un planeta alrededor de otra estrella, en otra galaxia), que también se preguntaría cómo podrían las condiciones ser exactamente las precisas para que él pudiera existir.

La versión fuerte del mismo Principio puede ser aún más inquietante que la observación original: sostiene que el Universo debe tener necesariamente unas condiciones que permitan desarrollar vida en algún lugar, en algún momento de su historia. Aquí aparecen consideraciones tan profundas como que (agárrense a algo sólido) un universo sin vida no puede existir, ya que la mecánica cuántica afirma que necesitamos observadores conscientes que provoquen colapsos de las funciones de onda; o que la presencia de un multiverso es necesaria para garantizar al menos un universo con las condiciones adecuadas -¡el nuestro!-.

Las discusiones acerca del Principio Antrópico van desde lo inalcanzablemente profundo hasta lo casi dolorosamente obvio. Muchos científicos y filósofos siguen trabajando para intentar convertirlo en una herramienta que nos permita alcanzar acuerdos y resultados. Si lo miramos bien, es casi como las discusiones sobre las elecciones o el fútbol. O sobre cómo, si hubiera cambiado sólo un número del dichoso décimo, este año sí que me habría tocado la lotería...

*Astrofísicio del CSIC

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