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José Manuel Ponte

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José Manuel Ponte

Escoger al número uno

El futbolista portugués Cristiano Ronaldo ha sido distinguido con el Balón de Oro, un premio que otorga la revista France Football previa la votación de un jurado formado por periodistas especializados en la materia. Es el quinto de la misma naturaleza que consigue, con lo que iguala la marca de Lionel Messi que parecía inalcanzable dadas las excepcionales condiciones del jugador argentino. Distinguir al considerado mejor futbolista de un año determinado dentro de un deporte colectivo es un ejercicio no demasiado fiable porque en la evaluación entran una serie de factores ajenos a la propia calidad del encuestado (importancia del equipo del que forma parte, títulos que consigue, puesto que desempeña sobre el terreno de juego, etc., etc.).

Hasta la fecha, el Balón de Oro suele entregarse a un futbolista de cualquier nacionalidad siempre y cuando dispute un campeonato europeo. Y normalmente va a parar a las manos de alguno que haya destacado de forma especial en cualquiera de los puestos de la delantera, y mejor aún si consigue muchos goles porque el rendimiento publicitario es mayor. Una circunstancia que es fácil de comprobar repasando la lista de galardonados en la que son mayoría los jugadores que merodean el área enemiga frente a los que defienden la propia en oscuras y mucho menos espectaculares acciones. Salvo que sea un portero excepcional como el ruso Lev Yashin (más conocido como la Araña Negra) el único en su puesto que alcanzó el premio.

El resto, con la salvedad de tres defensas (Beckenbauer, Sammer y Cannavaro), son delanteros, entre ellos el gallego Luis Suárez. Por tanto, no sorprende en absoluto que este año la distinción haya recaído en Cristiano Ronaldo, un jugador de extraordinarias condiciones atléticas y fundamentalmente un rematador más que un constructor de juego.

Podían haber escogido a otro de características parecidas y también hubiera resultado justa la elección, pero en este caso a buen seguro influyó la circunstancia de su pertenencia al Real Madrid, equipo que consiguió algunos de los más codiciados trofeos del año en curso.

Lo que sí sorprendió más fueron las declaraciones del propio Cristiano Ronaldo que, envanecido por el récord alcanzado, no dudó en atribuirse la condición de "mejor jugador de la historia". Un Olimpo futbolístico en el que hasta la fecha solo figuraban, al decir de la crítica especializada, jugadores de la talla de Di Stefano, Pelé, Cruyff, Maradona y, últimamente Messi.

Escoger al mejor en un deporte individual (atletismo, tenis, motor, boxeo, etc.) es tarea sencilla y se presta menos a la polémica, pero en un juego colectivo levantar la voz para proclamarse el rey de la selva es un ejercicio de vanidad un tanto infantil. En España tuvimos el caso de Luis Miguel Dominguín que en la tarde del 17 de mayo de 1949 tuvo el atrevimiento, en la madrileña plaza de Las Ventas, de proclamarse el mejor torero del mundo levantando el dedo índice en mitad del ruedo. Hubo un escándalo fenomenal porque la entendida afición de la villa y corte interpretó el gesto como una chulería imperdonable. Luis Miguel iba de guapo y artista y tuvo romances con mujeres guapísimas como Ava Gardner, María Félix, Romy Schneider o Lucía Bosé, con la que se casó y tuvo tres hijos.

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