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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

Las vacunas

A falta de matices -como mínimo- que corresponderán, en todo caso, a la eurodiputada, hay pocas dudas de que la ocurrencia de la señora Senra sobre las vacunas es, aparte de una excelente ocasión para que sus enemigos le zurren, una boutade de mucho cuidado. Y no solo porque está fuera de duda que son productos que han demostrado un gran servicio a la salud de la población sino, sobre todo, porque su petición a la UE para que las ponga en prevengan es un flaco servicio a sí misma y a la causa que pretende defender, que habrá de argumentar más y mejor.

Pero más allá de la polémica "sanitaria", en la que han intervenido ya, para criticar a doña Lidia, científicos de gran nivel, el asunto ha abierto otra que, si bien menos estruendosa, podría finalmente provocar efectos de cierto alcance. Es la que refiere a la razón misma de la presencia de la exsecretaria xeral del Sindicato Labrego Galego en el Parlamento Europeo. Porque tras el abandono de la lista por la que compareció, y los datos acerca de su rebeldía filtrados desde dentro de la organización, no hay razones que avalen el mantenimiento de su acta.

Conste que no se discute la legalidad de su presencia en el foro europeo: solo la oportunidad y aun la lealtad a los electores. Porque a diferencia de unos comicios sindicales, o municipales -en los que el perfil y el historial de la persona tiene un peso indudable-, en el ámbito europeo se escoge a los candidatos por las siglas bajo las que comparece. Y más cuando, como es el caso, se trata de un distrito único en el que los partidos tienen la última palabra, lo que -guste o no- limita la libertad de acción de quienes obtienen el cargo a través de las urnas.

Queda dicho que la tesis, expuesta -como siempre- a modo de opinión personal, es discutible, y que defenderla no equivale a condenar a la señora Senra, que es mujer comprometida con el mundo agrario gallego y luchadora por sus derechos desde hace mucho tiempo. Pero, declarada "tránsfuga" por sus antiguos compañeros -aunque eso no transcendió hasta el lío de las vacunas-, es probable que la causa por la que fue a Estrasburgo no pueda ser defendida por ella como seguramente era su deseo cuando "fichó". Porque las voces solitarias se escuchan poco, a no ser que quien las pronuncie se llame Ghandi o Mandela.

Lo que evidencia este "caso de las vacunas" es la necesidad, que muchos proclaman, pero que muy pocos hacen algo para permitirla, de una reforma electoral que, sin ejercer una "tiranía" sobre los cargos electos, mantenga un mínimo control sobre sus decisiones. De forma que impida, salvo casos muy concretos "de conciencia", que cada diputado/a, sea cual fuere su ámbito, actúe como si fuese el dueño absoluto del acta, que a él se debería en su totalidad y únicamente por sus méritos. Y todo el mundo sabe que salvo algún caso excepcional, eso no es así.

¿ Eh??

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