La burguesía independentista de Cataluña ha estado maquinando durante más de treinta años bajo el amparo del pujolismo. Una estrategia basada en argumentos falsos como la incomprensión desde el Estado, el maltrato económico, la opresión y la agresión, conducentes a crear y presentar una imagen de España como el enemigo.

En este sentido, no han dudado en afirmar que Cataluña es la primera comunidad en la contribución económica al Estado, con una de las frases más conocidas de sus campañas "España nos roba" lo cual es una falacia. Recuerdo que esta era una frase de las más utilizadas por los taxistas y que oía con frecuencia en mis múltiples viajes a Barcelona durante los últimos años; hasta tal punto llega la táctica intoxicadora de los medios.

Según las balanzas oficiales del Gobierno, la primera comunidad contribuyente neta es Madrid con déficit fiscal de 19.200 millones de euros, un 9,8% de su PIB y Cataluña sería la segunda con una contribución neta, déficit fiscal de 9.900 millones de euros, el 5,02% de su PIB.

Se ha analizado en ocasiones anteriores el desastroso impacto económico que supondría la independencia para Cataluña y los engaños con los que se ha intentado convencer a los ciudadanos, pero es importante subrayar otras cuatro áreas, al margen de la económica en las que han trabajado profusamente durante décadas: el ámbito asociativo, cultural, mediático y educativo.

A tal punto han llegado las cosas que se ha destruido la escuela como nexo entre la vida familiar y la vida pública. Supongo que no se han parado a pensar a que sociedad y a qué mundo están mandando a los niños a los que obligan a manifestarse.

También se ha intentado influir en los universitarios haciéndoles ver que las revoluciones empiezan en la Universidad (por ejemplo, la revolución del 68), ignorando que las condiciones geopolíticas son totalmente diferentes y que hoy los países en Europa están integrados bajo un paraguas económico, social, de defensa y protección mutua.

Pero también sorprende, en cierta medida, que aunque el reto era conocido desde hace tiempo (incluso Duran Lleida, destacado miembro y exparlamentario de CiU, lo advirtió en varias ocasiones en el Congreso de Diputados, entre otras muchas personalidades), la clase política española ha sido perezosa y ha tardado en admitir la naturaleza del proceso y ha respondido con cierta indulgencia ante el mismo. Probablemente pensando que era imposible con la Constitución en la mano.

Creo que el separatismo saldrá derrotado con la fuerza de la ley, pero las fracturas tomaran su tiempo en sanar. Como decía Cervantes en el segundo capítulo de la segunda parte del Quijote, "aún falta la cola por desollar. Lo de hasta aquí son tortas y pan pintado".

Habrá que tomar medidas para contrarrestar todos los efectos mediáticos, culturales, educativos y asociativos que se han obviado durante décadas.

Es de suponer que la alternancia de ciclos económicos traiga unos años futuros de mayor bienestar económico y paz social. La mayor parte de la población está cansada y hastiada con el tema del proceso independentista y le gustaría que el foco y la concentración de esfuerzos y energías se desplazara, a partir del próximo año, hacia políticas de crecimiento, y enfoque en aquellas áreas que nos aporten competitividad y riqueza.

Se ha comentado profusamente, en ocasiones anteriores, la importancia y necesidad de concienciar a la sociedad y a las empresas sobre la implantación de la Manufactura 4.0, la impresión 3D y la Industria Digital. Su impacto se hará notar no solo en las industrias grandes, pero también en la pequeña y mediana empresa y en los servicios. No hay ningún área en el espectro económico que pueda hacer excepción. Pero, hay otros avances que sin duda habrá que considerar en otras áreas, como la relacionada con la salud y la genética de precisión; en la necesidad de mejora en la calidad y cantidad de cultivos para afrontar el crecimiento global de la población; en la reducción de emisiones y protección del medio ambiente, al tiempo que se satisface la demanda global de energía; en la robótica e inteligencia artificial con el adecuado análisis y manejo de la inmensa generación de datos disponibles, etc.

Para todo ello se necesita un marco socioeconómico estable y una seguridad jurídica para que las empresas puedan tomar sus decisiones con criterios de ética y competitividad, y planificar sus operaciones y toma de riesgos con seguridad jurídica. Confiemos en que todo ello sea posible después del 21-D y que el proceso independentista haya sido un escollo más a superar en el marco de la evolución de las sociedades.