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Joaquín Rábago.

La desfachatez sin límites del Donald

La del Donald, como se conocía a Trump antes de que llegase al puesto más poderoso del planeta, es una desfachatez sin límites. Se pasó diciendo toda su campaña, y así la ganó, que iba a ocuparse del estadounidense medio, de quien los gobiernos anteriores, ya fueran demócratas o republicanos, se habían totalmente olvidado.

Y ahora vemos cómo a quienes va a ayudar sobre todo con las rebajas de impuestos que se anuncian es a los ricos y poderosos, es decir a sí mismo. Es lo que tiene la demagogia. Porque una de las propuestas republicanas más descaradas es la de aplicar un tipo único del 25 por ciento a las empresas gestionadas por su propietario. Es decir, que los dueños de bufetes de abogados o de empresas inmobiliarias como la de Trump podrán acogerse a esa ley y escapar al impuesto máximo sobre la renta, que llega al 39, 6 por ciento.

Mientras tanto se propone también rebajar de un 35 a un 20 por ciento el impuesto sobre sociedades. En realidad, muchas empresas ni siquiera pagan ya un 30 por ciento, y las hay que apenas pagan impuestos. El argumento es el que se esgrime siempre en esos casos: que, al rebajarse la carga impositiva, dispondrán las empresas de más dinero para invertir, lo que generará mayor crecimiento económico, del que se beneficiará finalmente el fisco.

Pero es fácil predecir lo que ocurrirá: buena parte del dinero que se ahorren lo dedicarán las empresas bien a comprar sus propias acciones, bien a aumentar los dividendos para sus accionistas.

Lo cual hará que suba la Bolsa y permitirá a Trump ufanarse una vez más de que nunca como bajo su extraordinaria presidencia había alcanzado Wall Street tales récords. Pero los ahorros fiscales de los que pueda beneficiarse también el norteamericano medio serán pan para hoy y hambre para mañana.

Las generaciones futuras habrán de soportar las consecuencias de los inevitables déficits fiscales. Pero, ¿eso qué puede importarles a Trump y al Partido Republicano?

P.S. Me señala con razón un amigo filólogo y atento lector que en el artículo titulado "Cuando la evasión fiscal se disfraza de libertad" no debí utilizar el adjetivo "libertario" (en inglés, "libertarian") para un filósofo como Robert Nozick. En la tradición española, "libertario" equivale efectivamente a anarquista y no a hiperindividualista y defensor a ultranza del libre mercado frente a cualquier injerencia del Estado, como los de esa corriente de filosofía política estadounidense.

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