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Joaquín Rábago.

La tinta del calamar

El problema catalán es algo así como la tinta del calamar, que se esparce por todas partes y todo lo enturbia.

Pues si grave es, por su irresponsable frivolidad, una declaración de independencia sin garantías, ello no debe ocultar otras cosas igualmente graves para la democracia que suceden aquí. Pues ¿no es también grave la corrupción que no cesa? ¿No lo es el modelo neoliberal que se nos ha acabado imponiendo bajo el falaz pretexto de que no hay alternativa en una economía globalizada?

Y ¿no lo son finalmente los intentos de expulsión del terreno de juego democrático de partidos o individuos que se permiten disentir de la política del Gobierno frente a Cataluña y a los que acusa poco menos de un delito de lesa patria? Lo que uno ve últimamente, si repasa sobre todo la prensa madrileña - y no hablemos ya de los medios públicos-, es un claro escoramiento a la derecha hasta el punto de que a veces las cabeceras parecen indistinguibles.

Una prensa que se ha aferrado sobre todo al desafío catalán para desacreditar, cuando no difamar, al disidente mientras relativiza o silencia muchos problemas que ayudan a entender lo que allí sucede. Problemas que tienen que ver con los recortes aplicados a los derechos sociales, laborales y democráticos no solo por el Estado central sino también -conviene no olvidarlo- por la derecha nacionalista catalana y que esta trata ahora de ocultar.

A la vista de lo que sucede, da la impresión de que con el viejo bipartidismo, que, a cambio de votos, tanta corrupción nacionalista y no nacionalista toleraba, muchos, aquí y allí, vivían mejor.

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