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De vuelta y media

El Grupo Luis Bello

El colectivo imprimió carácter a la juventud de su tiempo, pero se rompió pronto por diferencias ideológicas en 1930

Cuando el pedagogo, abogado y periodista Luis Bello Trompeta visitó Pontevedra los días 20 y 21 de septiembre de 1928 se encontraba en la cima de su popularidad y prestigio como gran defensor de la escuela pública. Sus valientes e incisivos artículos en el periódico madrileño El Sol a favor de la mejora de la enseñanza en España levantaron una oleada general de admiración y respeto hacia su persona, como protector de la infancia y valedor de la figura del maestro.

Una prueba del respaldo que concito su labor entre el magisterio y la prensa de esta ciudad fue el entusiasta apoyo dado unos meses antes a la campaña abierta en todo el país para recaudar fondos destinados a regalarle una vivienda digna, en donde pasar el resto de su vida sin sufrir ninguna estrechez.

Bello Trompeta llegó acompañado por dos hijos adolescentes al mediodía del 21 y se hospedó en el Hotel Progreso, frente al Bar Calixto, en la calle Benito Corbal. Al día siguiente combinó sus actividades entre Pontevedra y Marín. Y por la mañana del 23 marchó a Vigo escoltado por Isidoro Millán.

Un año después de aquella visita germinó el Grupo Luis Bello entre el alumnado de la Escuela Normal de Maestros de Pontevedra, con la finalidad de "orientar en el mejor sentido cultural a la naciente generación pontevedresa".

"El objeto primordial de nuestro grupo es la iniciación en la vida activa y pública de lo más selecto y promisor de la juventud que apunta ahora entre nosotros", escribió Julio Salceda al anunciar su nacimiento. El objetivo programático fue tan sencillo como atractivo: "Biblioteca, excursiones en domingos por toda la provincia, y exaltación constante de los máximos valores del mundo practicada en recatadas charlas por los miembros del grupo, que habrán de reunirse, de momento, tres veces cada mes".

El domingo 6 de octubre de 1929 se celebró el acto de constitución del Grupo Luis Bello en el local social de Recreo de Artesanos ante un auditorio compuesto mayoritariamente por estudiantes y maestros. Entonces se aprobó su reglamento, se eligió directiva y se nombró presidente honorario a su inspirador y referente.

Un total de once miembros compusieron la primera junta, bajo la presidencia de Evaristo A. Mosquera. Entre otros allí estaban Segura Marcos, Mariano Cusidor, Eugenio Montes, Fernando G. Bará o Antonio Boullosa, nombres poco significativos desde la perspectiva actual.

El eco causado por el Grupo Luis Bello tras su nacimiento llegó hasta Madrid y desde allí recibió un singular acuse de recibo en forma de donativo para contribuir a sus actividades culturales. El comandante de carabineros y también escritor Juan Cueto Ibáñez -un militar singular, demócrata y republicano, que luego desempeñó el puesto de ayudante de Azaña- envió a sus componentes una aportación testimonial de 25 pesetas, por mediación de su buen amigo, el médico cirujano Amancio Caamaño Cimadevila.

El profesor de francés de la Normal, Pedro Sanz Herreró, abrió sus actividades el 7 de diciembre con una sugerente conferencia titulada "Tres obras de teatro francés sobre asunto español: El Cid, de Coneille, Don Juan, de Moliere y Hernani, de Víctor Hugo". El salón de actos de la Escuela Nueva acogió aquel "brillante inicio", según las valoraciones periodísticas.

Este primer ciclo se prolongó hasta el mes de abril de 1930, con la participación de Gerardo Álvarez Limeses, Ramón Fernández Mato y Prudencio Landín Tobío. Todas las intervenciones adquirieron una notable repercusión, pero resultó particularmente relevante el llamamiento que el inspector jefe de Primera Enseñanza hizo a la participación cultural y el activismo social de la juventud pontevedresa.

Álvarez Limeses ponderó el compromiso mostrado por antecesores tan relevantes como Andrés Muruais, Octavio Lois, Amado Carballo, Prudencio Canitrot, Lisardo Ulloa o Rogelio Lamas, todos fallecidos en plena juventud. También recordó los periódicos que fundaron y dirigieron como El Látigo, Galicia Cómica y La Guindilla. Ante el olvido de su ejemplo y de su obra, puso sobre el tapete el compromiso mostrado para su plena recuperación por parte la Asociación de la Prensa de Pontevedra, al tiempo que solicitó la implicación del Grupo Bello y de otras entidades, desde el Círculo Mercantil a la Coral Polifónica.

La junta directiva sufrió un reajuste interno en enero de 1930, que incluyó la entrada de significados miembros como Juan Vidal Martínez (secretario), y Ventura de Dios López "Turiñas" (archivero); el primero, fundador de la revista Cristal, y el segundo, gran dibujante y entrañable amigo de Alejandro de la Sota Martínez y de Alfonsiño Castelao Pereira.

El Grupo Luis Bello programó a finales de abril un nuevo ciclo de temática pedagógica, que nunca llegó a su fin.

El escritor socialista Urbano Rodríguez Moledo rompió el fuego en el salón de actos de la Escuela Graduada (Gobierno Militar) con una charla sobre la nueva ética pedagógica. El presidente del colectivo, Evaristo A. Mosquera, realizó la presentación del ciclo, en tanto que la semblanza del conferenciante corrió a cargo del secretario Vidal Martínez.

Durante su intervención, el presidente reconoció abiertamente la diversidad de ideales que compartían unos y otros en el seno del colectivo juvenil, pero situó en un primer plano "una misma fraternidad" como eslabón de unión entre todos ellos. "Es incultura -dijo- rendirse ante un poder dictatorial". Aquella fue una llamada sincera a la superación de sus diferencias ideológicas, que no consiguió su loable propósito.

El día 31 de mayo de 1930, el Grupo Luis Bello celebró una reunión extraordinaria en su local provisional de la calle Martitegui número 2, donde firmó su certificado de defunción.

"Una escisión ideológica, surgida a última hora entre sus miembros, ha determinado la disolución de esta novel institución cultural", explicó el propio colectivo algunos días después en una declaración pública. "Con tal motivo -añadió- el Grupo Luis Bello renueva desde aquí su gratitud a las personas que, desinteresadamente, le prestaron su valiosísimo concurso material y espiritual desde el primer momento, y afirma su desprecio por aquellos que trataron de oponer su malicia atávica al más claro y puro intento cultural y moralizador".

Sin duda alguna, el nuevo aire fresco que empezó a sacudir España tras la caída de la Dictadura de Primo de Rivera, hizo mella entre aquellos jóvenes idealistas. Un integrante anónimo resumió aquel triste final del Grupo Luis Bello de forma rotunda: "Es mejor morir con honra y dignidad, que vivir arrastrados".

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