Nos hacen llegar, para que mencionemos en este apartado dominical de FARO, una razonable crítica a dos bandas: por un lado, a la Policía Local o a quien la gobierna, y, por otro, a muchos padres y madres de familia que, mientras disfrutan de las terrazas de a alameda, "sueltan" a los niños con bien poco control por el entorno. La persona que nos pide que reflejemos su queja asegura, y a la vista está cada día (sobre todo por la tarde), que algunos chiquillos, en su lógico afán de pasarlo bien con sus juegos infantiles, no respetan como debieran (o como debieran decírselo sus progenitores) los parterres del jardín sobre los que corren y pelotean como si del Bernabeu se tratase. Asimismo hace una llamada a la mala utilización del templete del palco de la música, dentro del cual también se organizan partidillos, que no harán mucho bien a la instalación, por mucho que se quiera hacer comprensible esa utilidad infantil. Y a consecuencia de eso, esta vecina reparte la culpa de esta situación entre los padres y madres que hacen ojos ciegos al comportamiento infantil de sus hijos mientras se toman, cómodamente, el café o el refresco en las mesas de las terrazas, y el ayuntamiento, es decir, la Policía Local o a quien la organiza, que no se dan un solo paseo por el entorno para ver con sus propios ojos lo que todo el mundo ve. ¿Tendrá razón mi comunicante? Pues? igual sí.
