El proyecto del presupuesto de la Xunta de Galicia para el año 2018 en Pontevedra ha obrado un acontecimiento digno de figurar en un Guinness de rarezas para andar por casa: que el BNG realice una valoración muy positiva de su contenido con luz y taquígrafos. Una congratulación festiva que ha llegado por boca de Cesáreo Mosquera, portavoz de portavoces del gobierno municipal, que no es el chiquilicuatre de guardia. Ante tamaño acontecimiento, cualquiera sabe que expresión resultaría más apropiada para semejante ocasión: si ¡milagro, milagro! o si ¡tocar madera!
La razón de esta evaluación que roza el sobresaliente - Mosquera es profesor y sabe bien que supone tal nota- no ha sido otra que los 24 millones de euros cantantes y sonantes que el gobierno gallego ha comprometido para este municipio hasta ahora bastante olvidado por Núñez Feijóo. Traducidos los euros en pesetas, la inversión contemplada rondaría los 4.000 millones; o sea una cantidad jamás soñada y, por supuesto, nunca destinada a Pontevedra por gobierno autonómico alguno, ni tan siquiera cuando Fraga quería un poco a esta ciudad, flirteo que se desvaneció en un santiamén.
Al parecer, la entrevista en Santiago que Lores y Mosquera mantuvieron con el presidente Feijóo el 3 de febrero de este año ha puesto fin a una discrepancia siempre forzada sobre cualquier proyecto presupuestario, tanto por los unos como por los otros. Esa disconformidad ha expuesto con poco fundamento Patricia Vilán en nombre del PSOE, una apreciación basada en lugares comunes que valen lo mismo para un roto que para un descosido ("Los presupuestos no servirán para mejorar la vida de los pontevedreses", dixit).
A partir de ahora pues, el alcalde Lores va a tener que ir más a la capital de Galicia, viaje que por cierto cuesta bastante menos a los pontevedreses y resulta más rentable que sus desplazamientos por el mundo adelante.
El meollo de la cuestión está en vislumbrar si esta valoración tan positiva del BNG sobre unos presupuestos del PP para 2018 en Pontevedra, continuará por la misma senda de loas y satisfacciones el próximo año, o si, por el contrario, el asunto retornará en 2019 a la tradicional discrepancia entre gobierno y oposición, con razón o sin ella.
