Cierto rostro de perplejidad debería quedarles a muchos el lunes cuando el BOE publicó el listado de 93 nuevos órganos judiciales en España y observó que el cuarto juzgado de Vilagarcía vuelve a quedar fuera del generoso reparto del Consejo del Poder Judicial.
Claro que quien más, quien menos, disimula. prefiere no pronunciarse porque total debe dar lo mismo ahora que ya todos disponen de programas "Lexnet" que aunque falla un día sí y otro más, acerca la Justicia al ciudadano y al profesional tanto que ni necesita moverse de casa. Vamos que aquello de la defensa del partido judicial tendría que pasar a la historia pues lo del "papel cero" tiende a anular ese prurito de los localismos y las envidias entre poblaciones, aunque en el caso de O Salnés, Vilagarcía y Cambados soporten prácticamente el mismo número de procedimientos.
Pero se ve que no esto no es así ni mucho menos porque resulta que los órganos de gobierno siguen considerando insuficiente el número de juzgados y de golpe y porrazo se aprueba la creación de un centenar en toda España. Vaya casualidad que a Vilagarcía no le corresponda el que venía implorando desde hace veinte años.
Debe ser mal fario o sino que se pide con poco entusiasmo. La verdad que no es fácil oir a los nuevos gobernantes municipales hablar del tema y eso que fueron a Madrid; ni a los profesionales, ni siquiera a los funcionarios que al fin de cuentas son los que soportan la carga. Quizás, por ello, Vilagarcía no se merezca ese juzgado a mayores y que sea necesario abandonar una bandera que se ha desgastado después de tantos años ondeando.
Se ha perdido otra ocasión de oro para una villa que en los últimos años ha perdido aquella "chulería" de ciudad con todos los servicios, desde Agencia Tributaria, Puerto de Interés General, Comisaría de Policía, cuartel de la Guardia Civil, laboratorios de análisis, un hospital de referencia, una estación de tren con más pasajeros que Pontevedra y un largo etcétera.
La verdad es que el pueblo se merecía todo ese progreso y aún había mucho camino por andar pero alguien se adormeció y todos estos años de aletargamiento dejan factura. En este caso la de la indiferencia. Y esa desgana es quizás la peor de las miserias. Es hora de despertar y no telemáticamente.
