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Santiago Lago Peñas.

Nos falta atractivo

La inversión extranjera directa (IDE) recibida por un país es importante. Primero, por lo que supone de indicador de atractivo de una economía (y, por tanto, indirectamente de competitividad) y porque la IDE recibida puede ser un activo muy valioso para la introducción y difusión de know how de impulso a la consolidación de clústeres en el caso de decisiones para la implantación de nuevas empresas. Al lado de esa inversión en nuevas actividades aparecen otros tipos de desembolsos que también pueden ser relevantes y necesarios, como el que supone la compra de empresas ya existentes pero con problemas financieros, de sucesión, o con incapacidad de concretar estrategias de largo plazo; todo lo cual puede poner en peligro la supervivencia de la empresa o el mantenimiento de la sede efectiva y los servicios centrales en Galicia.

Los datos que refleja el Gráfico adjunto, tomado del Informe Ardán de la Zona Franca de Vigo, son decepcionantes. Por más que las estadísticas adolecen de limitaciones, que a veces se contabilizan en otras Comunidades (en particular, la de Madrid) inversiones que se concretan en instalaciones en Galicia, o que el efecto sede de Madrid y Barcelona dejan a todas las demás en cifras más bajas de lo que cabría esperar atendiendo al peso de su PIB, la realidad es que Galicia ha sido destino elegido solo por el 1% de la IDE extranjera en España en el último cuarto de siglo. Y esta cifra no es mejor en el último trienio, con valores que no superan 0,5%.

Sin duda, la atracción de IDE es un deber pendiente que requiere, en primer lugar, un diagnóstico completo, actualizado y realista de qué hace falta para ganar atractivo.

* Director de Governance and Economics research Network (GEN)

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