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Agitad los cerebros, fratres

"Morir viviendo, vivir muriendo" ¿Cómo no iba a ir el lunes tarde a la charla inauguratoria de las Jornadas de Filosofía en Vigo dedicadas a la medicina organizadas por el grupo Aletheia, con tan sugestivo título? Mucho más si la impartía Javier Sádaba, un pensador que yo admiro entre otras cosas porque, sabiendo mucho y habiendo tenido a los mejores por maestros, tiene la virtud de huir de lo que él llama la "filosofía del engrudo" para practicar una comunicación accesible que nos plantea temas principales de la vida. Ayer, segundo día, tendría que haber hablado Jesús Mosterín, habitual invitado de estas jornadas, pero falleció poco antes: pena perder a un tipo de su altura filosófica. Hoy, 18, tendréis a Josep Toro hablando de "Trastornos alimentarios", a Adolf Tobeña hablando de "Placebos y curas milagrosas: neurología de las creencias sanadoras", una mesa redonda sobre el embarazo subrogado con los dos y Benjamín Herrero... Todo desde las 16.30 en el auditorio municipal.. Id y agitad vuestro cerebro, como hicieron el otro día con Sádaba vigueses como Carlos Núñez, Luis Bará, José María Franco, Manuel A. Macías, Carlos Macías, Germán G. Pazó...

Abeleira, la calle mártir

¡Qué desolación, cuando me dirigía al auditorio municipal y enfilé la rehabilitada calle Abeleira Menéndez! Donde estaba la estupenda A Tenda do Abó que abrió con ilusión la redondelana Montse Freire con frutas y hortalizas frescas, ya no hay nada; menos mal que se mantiene un poco más arriba A Horta de Abeleira, que abrió Yolanda, y enfrente la panadería y tienda de almuerzos La Matina, que abrieron Alicia y Tomás Carrero con Manuel Estévez; peronada queda de la fotogalería de Javier Teniente, un gran espacio donde se presentaron tantos libros. Antes esa calle estaba llena de bares prostibularios como el Lichoca, el de Guillermo, el del Barbas, "La ratita", el "Gijón"? espacios lupanarios que cerraron al tiempo que los fueron rehabilitando y ocupando gente joven como la citada, con nuevos proyectos como A Veleira Viños, abierta como escuela de los sentidos por Josiño Ortega. Antes cerraron los prostíbulos, luego quienes los sustituyeron.

De la vieja vida puteril

Hay dos o tres tiendas que han caído pero aún resisten en esa calle dos rincones de la vieja transacción carnal, o sea de la vida puteril. De eso sabe mi amigo Pepe Soto, que tiene unos 86 tacos, y que con su padre y hermanos fue abriendo en la Herrería el Lichoca, Cacholi, Cholica y Calicho, locales emblemáticos en los tiempos de esplendor meretricio de este barrio. Pepe es un tipo amable, jovial, devoto del Cristo y de tan grande y olívica memoria como poco oído, dolido por los años. Nació en 1929 en la calle San Sebastián de la Herrería cuando solo había dos bares de cancaneo en la zona que él vio multiplicar por 30. Conoció allí la visita de todas las flotas y en 1968 abrió en la calle Laxe el Jos Franc, que luego tuvo otros nombres como Spoon y fue hasta restaurante mexicano. ¡Pepe, déjate ver, la calle te necesita!

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