La historia de los pueblos es rica en episodios donde unos pocos iluminados expertos en la distorsión de lo real y en la difusión del engaño han lanzado al género humano a las mayores catástrofes aliados con la inacción y el temor de quienes de forma legítima detentaban el poder sin haber sabido ejercerlo de forma eficaz, firme, inteligente y sin titubeos.

La llegada al poder de personajes como Hitler, Mussolini, Chaves y otros muchos ha sido acompañada de la movilización popular favorable e incluso del ejercicio democrático. Una vez que las masas han sido adoctrinadas, jaleadas, engañadas y enervadas por un populismo de corte fascista que no ha dudado en exaltar el victimismo y el agravio para movilizar la calle a su antojo, las masas son los escudos humanos de aquellos que las dirigen en la más completa impunidad.

La Segunda Guerra Mundial quizá pudo evitarse si las potencias occidentales tras el tratado de Versalles con que concluyó la Primera hubieran actuado a tiempo ante los primeros síntomas de rearme de la Alemania de Hitler expresamente prohibido por aquel tratado.

El Alzamiento de una parte del ejército en el 1936 vulnerando la ley y amparándose en la debilidad de una 2º República que era incapaz de contener en la calle usando los poderes que la ley le confería de las revueltas de los extremismos de extrema derecha e izquierda desembocó en más de un millón de muertos, toda una generación fracturada y una Dictadura fascista de 40 años de duración. Franco fue la consecuencia de una debilidad institucional ¿fue legitimado?. Si nos atenemos al argumento empleado por los dirigentes del Gobierno catalán en efecto lo fue, si entendemos como elemento legitimador la salida a la calle en masa de una población adoctrinada y si se me permite "acojonada" por el temor a que el vecino pudiera acusarle de desafecto si no salía hacia la Plaza de Oriente portando el estandarte de la dictadura. En los referendums de Franco la gente votaba ¿eran legítimos u homologables?, ¿contenían garantías?; votaban hasta los muertos. En Cataluña hay quien ha votado 3 veces y quien ha depositado votos en urnas trayéndolos de sus casas.

De la Democracia dimana la Ley y ambas se retroalimentan y se complementan. No pueden existir una sin la otra en un Estado de Derecho, son una "comunidad indisoluble", no pueden ni partirse ni fraccionarse solo evolucionar y adaptarse a las necesidades de la población por consenso de todos y el principio constitucional de soberanía nacional reside en toda la población de España cuando se habla de soberanía; a día de hoy la Generalitat la ha vulnerado desde hace tiempo, desde el mismo día que Artur Mas anunció la hoja de ruta a la sedición sin respuesta eficaz del Gobierno español.

De la ilegalidad a la dictadura cuando la Ley no se aplica, no surte efectos, se usa tarde y mal hay un paso muy pequeño. La actuación del Parlament Catalán de los días 5 y 6 de septiembre debió de poner al Gobierno de España en posición de alerta máxima. Era un "Golpe al Estado" sin respuesta que debió de ser de facto la suspensión inmediata de los promotores que descabezara la rebelión y la intervención de la Autonomía sin suspenderla pero siendo dirigida por los órganos competentes del Estado.

Hoy por desgracia para este país las palabras de Felipe González advirtiendo de la resurrección de las dos Españas a lomos del problema catalán es casi un hecho consumado si nos guiamos por el enorme debate abierto en toda nuestra sociedad civil. Se ha consumado la pantomima de una votación sin garantías que no es más que un "pucherazo" digno de las dictaduras mas deleznables y de ese pucherazo con sus autores atronando la calle y los medios con declaraciones hacia la rebelión solo puede salir un régimen ilegítimo o una república bananera.

La imagen ya de los hechos no ha sido buena. A nadie le gusta el uso de la fuerza policial contra ciudadanos como tampoco es de recibo el uso de imágenes falsas de otras fechas. Tampoco es decente el rasgado de vestiduras de Pablo Iglesias ante el uso de la fuerza cuando sigue sin condenar en Venezuela la violencia policial y parapolicial con la muerte de ciudadanos por parte de Maduro. La Policía Nacional y la Guardia Civil, como sus propios sindicatos indican, han sido dejadas institucionalmente a los pies de los caballos.

El referéndum ilegal se pudo evitar actuando a tiempo, ocupando preventivamente los colegios electorales por la Policía y la Guardia Civil. Era una evidencia que la Junta de Seguridad convocada con la presencia de los infractores era el preludio de un fracaso. Solo a un torpe o a un incauto se le ocurre convocar a los promotores de la asonada.

Quizá cada español, analista, político o tertuliano tenga opiniones dispares ante la búsqueda de soluciones, pero de una crisis institucional no se sale bajando los brazos o manteniendo indecisión. Eso solo da alas a los golpistas y a una mayor escalada en la calle. Se sale con serenidad, con aplicación estricta de la Constitución y restableciendo la legalidad de las instituciones catalanas, amparadas en la resolución dictada ayer por el Tribunal Constitucional.

Este país tiene un Gobierno que detenta el poder ejecutivo y uno de los problemas es que ha intentado delegarlo en el judicial y el "bypass" no ha funcionado. Hay que serenar el escenario y encausar a los responsables y abortar cualquier intento unilateral de declaración de independencia, garantizando el orden en la calle.

Hay muchos catalanes que quieren seguir creyendo que un proyecto común es posible y que España es Cataluña y Cataluña España. Lo han puesto difícil sus señorías pero debe mantenerse la esperanza.