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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

El pazo

Ahora que el BNG -que es un experto pescador en río revuelto- parece haber logrado convertir en un problema general el hasta el momento casi exclusivamente ético -o si se quiere, estético- que es el de la donación del Pazo de Meirás al general Franco por la Diputación de A Coruña en plena guerra civil, debería afontarse con seriedad y sobre todo sólidos fundamentos jurídicos para evitar que se convierta en un vodevil. Ya hubo algo de eso cuando varios dirigentes de aquella organización plantaron su bandera en el tejado, pero apenas sin eco, lo que anuncia otros intentos.

En realidad, entre los ciudadanos que aún sobreviven a aquellos tiempos -que serían los más interesados: los demás oyeron campanas en su gran mayoría, pero las atienden poco- casi nadie duda de que aquella donación no fue voluntaria stricto sensu, y por tanto la reclamación de que se devuelva está más que justificada. Pero sobre todo tiene razón el presidente de la Xunta que ha dicho que esa devolución sería razonable pero que en todo caso el procedimiento ha de ajustarse estrictamente a la acual ley, la que rige en un Estado democrático.

Así planteado, el problema se suscita a partir de la idea de la "devolución", que presupondría la libre voluntad de los herederos del antiguo dictador, de un recinto -que se rige ahora por una fundación- y que quizá, de lograrse, implicaría determinadas concesiones. Existen otros medios, como la expropiación, pero a ellos se opone el BNG, que abomina de que la reparación de lo que estima una expoliación supusiera el pago de dinero público. Y, guste o no reconocerlo, hay bastante de verdad en ello, recordando siempre que la donación tuvo poco de coluntaria.

Sea como fuere, algún modo que pueda satisfacer a las partes -y para lograrlo todas habrán de ceder en algo- tendrá que arbitrarse, aunque sólo sea por lo ya expuesto de que nadie, o casi nadie, entiende una situación así, y menos que pueda convertirse en otro problema. Que el Pazo de Meirás, antigua propiedad de la condesa de Pardo Bazán, debiera ser patrimonio de la sociedad gallega es un hecho, y por lo tanto en cierto mlodo la obligación de quienes rigen esa sociedad es buscarle remedio ahora que están las cosas como esrá. Y cuanto antes, mejor.

En este punto, y aunque no todos la compartan, sería buena ocasión para una reflexión sobre el modo en que los pueblos abordan su propia historia. El caso de Meirás, como muchos otros dados en España, dejan en evidencia que aquí, según quien gobierne, se tiene tendencia a revanchas en línea con su teórico pensamiento político. En otros por ejemplo en USA, con todos sus defectos, han dejado atrás muchas cosas: en el cementerio nacional de Arlington se conserna la vivienda en homenaje a su recuerdo, del general Robert E. Lee que fue el general jefe de los ejércitos sublevados contra la Unión. De vez en cuando sale algún chiflado que está contra la evidencia de los tiempos pasados y a favor de lo inútil de querer cambiarlos, pero nada más. Aquí, aquello de Manuel Azaña "Paz, Piedad, Perdón" se considera una boutade. Y quizá por eso pase lo que pasa.

¿ O no??

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