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Lo que haremos las buenas personas

Comportamientos previsibles que siguen a todo golpe del terrorismo

Pondremos una vez más "Imagine" en esa versión tan bonita que hemos bajado de Spotify. Encenderemos velitas perfumadas con aroma de arándanos. Dejaremos un osito de peluche en las Ramblas. Si no estamos en Barcelona, pondremos el osito de peluche en nuestro dormitorio y nos haremos un "selfie" con carita de pena. Luego le añadiremos muchos corazones, muchos, muchos, muá, muá. Y muchos emojis, muchos, muchos, muá, muá. Después lo colgaremos en Instagram con un mensaje de condolencia copiado de Pinterest ("Es imposible no estar triste... Su ausencia duele pero su recuerdo siempre nos hará sonreír"). Al mensaje le pondremos muchas lagrimitas, muchas, muchas. Y luego le añadiremos nuestras palabras de indignación: "Condenamos el horror y la catarsis general de Barcelona". No sabemos lo que significa catarsis, pero justo por eso usaremos la palabra. Quedará chula. Le añadiremos otro emoji, el del gato lloriqueante que hasta ahora no habíamos sabido dónde poner. Quedará chulo.

Después de la emoción, llegará la hora de la razón. La hora de analizar. La hora de la política. Pondremos un mensaje en Twitter. El mensaje tendrá dos faltas de ortografía, fruto del nerviosismo y de la emoción incontrolable, así que las escasas personas que se percaten de ellas las disculparán enseguida. En el mensaje apelaremos a la solidaridad entre los pueblos. Y al amor universal. Y a la paz entre todos y todas los hombres y mujeres del mundo. Y en otro mensaje condenaremos la invasión de Irak, que ya no recordamos cuándo sucedió -si fue en este siglo o en el anterior-, pero da igual porque todos los males vienen de ahí. Y luego criticaremos los recortes salvajes del terrorismo neoliberal. Y a los políticos corruptos del PP. Y no nos olvidaremos de los mercaderes que venden armas a Arabia Saudí. Ni de la CIA. Ni de Merkel. Ni de la UE. Y por supuesto, en el siguiente tuit nos compadeceremos de los pobres inmigrantes sin recursos condenados por el Occidente capitalista a vivir en un chabolo. Sin ayudas. Sin becas. Sin apoyos. Sin una miserable paga social.

Y luego llegará la hora del pensamiento. La hora de la ética. La hora de la verdad. Diremos alto y claro que todas las religiones son fanáticas. Diremos que todas las religiones son asesinas pero el Islam es una religión de paz. Gritaremos que todos los curas son pederastas. Reivindicaremos a esas valientes mujeres musulmanas que se ponen el burka para demostrar el orgullo por su identidad. Despotricaremos contra los hombres blancos heterosexuales que son culpables del terrorismo machista que "asola Europa" (no sabemos lo que significa asolar, ni tampoco que la tercera persona del presente de indicativo es "asuela", pero el verbo suena bien y habrá que usarlo). Y después retuitearemos a Jordi Évole: "No difundamos el odio de los que odian. Solidaridad. Respeto. Rigor". Qué bonito. Qué profundo. Y pondremos muchos emojis con corazoncitos llorones. Y más emojis. Y más corazoncitos. Y gritaremos contra el egoísmo y la hipocresía. Y lamentaremos la desigualdad. Y la exclusión social. Y luego escribiremos DESIGUALDAD con mayúsculas, para que quede bien claro. Y luego escribiremos EXCLUSIÓN con mayúsculas, para que quede bien claro. Y en el siguiente tuit citaremos al gran pensador Juan Carlos Monedero: "El terrorismo islamista es un invento del Occidente capitalista". Y pondremos muchos emojis aplaudiendo. Y muchos pulgares hacia arriba. Y luego explicaremos que la exclusión social "es un semillero de inmigrantes inadaptados que no saben lo que hacen". Esta frase no será nuestra, por desgracia, sino de uno de nuestros tuiteros favoritos, pero así le homenajearemos como se merece. Con otro emoji, el del bíceps marcando músculo. Qué bonito.

A esa hora ya estaremos agotados, pero las buenas personas no nos dejamos desfallecer. Siempre tenemos tareas pendientes. Siempre tenemos miles de cosas que hacer. Y como aún no hemos dicho lo que pensamos de los blancos supremacistas del Ku Klux Klan, pediremos en otro tuit que los cuelguen a todos del árbol más próximo, igual que ellos hacían con los pobres negros linchados en Alabama. ¿Hemos hablado de Trump? No, no hemos hablado de Trump, ese loco, ese fanático peor que el más fanático de los fanáticos. ¿Hemos hablado del neoliberalismo? ¿Hemos hablado de la dictadura de los mercados? ¿No? Pues hay que hacerlo sin falta. Volveremos a empezar.

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