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Sólo será un minuto

Las alas derretidas

Bernardo: "He dedicado la mayor parte de mi larga vida a intentar conocerme mejor a mí mismo y ahora que llego a la gran luz de la certidumbre descubro que mis alas de cera se derriten ante la proximidad de una verdad que me derriba. Sí, como el pobre Ícaro. Intenté hacer de mis días una peripecia que no sólo fuera útil para mí sino también para los demás, con necesidades que no molestaran y ambiciones modestas que me evitaran entrar en el carril de la competitividad extrema, y eso me llevó a renunciar a demasiados sueños. Me esforcé para no dejar tierra quemada a mi paso, aunque hay ocasiones en las que tus mejores intenciones pueden tener consecuencias nefastas en quienes bien te quieren. Me empeñé en no dejarme dominar por las lacras de la vanidad, la envidia y el egoísmo, y lo logré en gran medida, aunque a veces eso me llevó a minusvalorarme. Me impuse ponerme en la piel ajena para comprender los errores que me dañaban y perdonar, o disculpar al menos, los defectos que se volvían amenazadores. Y echo de menos no haber plantado cara en ocasiones a los hostiles. Estudié todo lo que pude al margen de títulos y honores para disfrutar del placer de la cultura que nos legaron personas que hicieron mejor este mundo, pero cambiaría tanta sabiduría lectora por otra basada en la acción. Aguanté como pude firme las embestidas de la decepción y el dolor, y al derrumbarme tardaba demasiado en levantarme. Amé a mujeres que no podían amarme y fui amado por mujeres a las que no podía amar. Qué idiota. Tuve pequeños éxitos y grandes fracasos, y los primeros no me hicieron feliz y los segundos se encariñaron conmigo. Y ahora, 27.457 días después, siento que he desaprovechado mi vida y que pude haber volado más y más alto de no haber mirado tanto al suelo".

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