La discriminación, lejos de disminuir, parece que se incrementa sin parar en los últimos años. Lo más grave es que los autores de estos "ataques" ya casi no sienten ni vergüenza por cometerlos. Y en esta ocasión no hablamos de Donald Trump y su odio a los inmigrantes, ni de partidos nazis de Francia. Se trata de locales de nuestro entorno. Usuarios del Juan XXIII de Cangas, por ejemplo, no tienen tan fácil como otras personas organizar una cena colectiva. En un local de Cangas les respondieron que no estaban interesados en su dinero debido a su discapacidad. También se encontraron con una respuesta miserable en una discoteca de Vigo, en donde les recomendaron no ocupar el centro del establecimiento.