Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

Los fenicios

Una de las -escasas- compensaciones que, en general, conlleva la observación política es la posibilidad, que no siempre se ofrece pero que satisface, de opinar para tratar de que no se consagre lo que antaño se conocía como "pensamiento único", generalmente al servicio del que manda. Ni tampoco eso que hogaño se llama la "postverdad" y que siempre se conoció como "mentira" y que, por cierto, está alcanzando la categoría de arte sobre todo si se observa la desfachatez con que algunos usan el término

Sobrarían ejemplos, ya puestos a buscarlos, para ilustrar el argumentario. Pero dado que como muestra basta un botón, lo preferible será escoger el último, que suele ser el más de moda. Y en este caso lo proporciona de nuevo el ministro Montoro, que no ha tenido que reconocer que sus recientes acuerdos sobre el techo de gasto y el déficit de las autonomías los ha logrado siguiendo el antiguo método de los fenicios: manejando bien los trucos de la compraventa y, sobre todo, pagando con puntualidad.

Es verdad que don Cristóbal ha procurado -sin éxito: la sutileza no es lo suyo- disfrazar la subasta aludiendo a "la política", como si esta fuera una patente de corso o una bula pontificia que permite hacer según qué cosas y, sobre todo, aparentar una autoritas de la que se carece para distribuir los recursos. Lo hizo ya con los Presupuestos Generales de 2017 y lo tiene todo casi a punto para repetirlo en 2018, aunque todavía no se sabe quiénes serán los que mejor oferta hagan y, por tanto, obtendrán los beneficios.

El jefe del señor Montoro, que es el señor Rajoy, justifica que su ministro se haya graduado en las escuelas de Tiro y Sidón y maneje los contratos como Shylock, aquel mercader al que inmortalizó Shakespeare, en función de "la estabilidad de España". O sea, para que él y su gobierno puedan seguir donde están evitando de paso -y en eso seguramente lleva razón- que se cumpla lo del "detrás de mí vendrá quien bueno me hará". O sea, que resucite aquella opción del "gabinete Frankestein".

Lo malo del sistema, como de la política anticrisis adoptada por la UE, es que las subastas del señor Montoro no solo causan desequilibrios en la difícil convivencia financiera de un sudoku como el territorial, sino que incrementa de rebote la desigualdad entre las personas, entre todos los españoles, según donde residan. Y eso, dicho desde la opinión personal, no es tanto garantizar la estabilidad cuanto prologar sine die la auténtica desestabilización del conjunto.

No son pocos los que creen, en esa línea de pensamiento, que el concepto de "un buen gobierno" es distinto al de un gobierno que "duerme" los problemas, aplazando las auténticas soluciones y -ya que va de refranes-, dejando para mañana lo que pudo hacer ayer. Y que no llevó a cabo por la enfermiza obsesión de los políticos españoles de llegar al poder como sea y después mantenerlo a toda costa. O cueste lo que cueste, que es lo mismo.

¿Eh...?

Compartir el artículo

stats