Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

La razón

Tenía razón, el rey Felipe VI -su visita a Vigo le dio máximo esplendor al quincuagésimo aniversario de la creación del Círculo de Empresarios de la ciudad- cuando los exhortó a "abrirse al mundo" y añadió que la apertura debe hacerse sin renunciar a sus raíces. La tenía en el primer consejo y aun más en el segundo, porque le hablaba a un país que en los últimos años ha visto cómo algunas de sus firmas estratégicas, de prestigio mundial en varios casos, han pasado a ser propiedad ajena.

No se trata, conste, de maldecir el proceso que desembocó en ese cambio, porque es cierto que sirvió para salvar unas cuantas empresas y, de paso, unos miles de empleos, y en otras para permitirles seguir con su actividad cambiando de manos, pero manteniendo su condición española. Pero sí habrá que lamentar que unas cuantas de esas operaciones pudieron y debieron hacerse de otro modo e incluso con otra óptica por quienes las controlaban o los que debieron supervisarlas mejor. Pero a lo hecho, pecho: es de suponer que los errores servirán de ejemplo para no repetirse.

(Por cierto, y hablando de errores, es probable que no estorbe una opinión que, en clave personal, refleja hechos y, en ese sentido, debería ser poco discutible. Gran parte de ellos -de los errores, claro- han sido cometidos por muchos empresarios gallegos, y tantos o más por sus organizaciones hoy en la agonía financiera o ya en trance de quiebra. Y aunque hay excepciones muy notables, afortunadamente, quizá sea llegada, o esté muy próxima, la urgencia de que esos Círculos tomen el relevo.

No todo el mundo piensa así, empezando por una parte de los dirigentes y miembros de los propios Círculos, que alegan que su función es diferente a la estructura empresarial hasta ahora adoptada. Y muy probablemente tienen razón, porque en caso contrario esas entidades no habrían nacido, pero los tiempos han cambiado y lo que antes pareció válido -sobre todo si sus directivos no la hubieran pifiado-, ahora no lo es, o lo es de otro modo aunque estuviesen regidas por genios. Y hay que adaptarse.)

Dicho todo ello, que no pretende ser una explosión de pesimismo, no estaría mal que quienes pueden y deben -como, por ejemplo, los gobiernos- reflexionen sobre sus causas y atiendan el llamamiento del monarca, que no es solo un hombre de este tiempo y -en contraste con varios de sus antecesores- bien preparado, sino que demostró prudencia en un país que no abunda en una virtud que algunos además apellidan "talante".

¿No...?

Compartir el artículo

stats