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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

El ejemplo

A estas alturas no parece que existan muchas dudas acerca de que el oficio político en general -con excepciones, por fortuna- que se ejerce en este país abunda en miserias y adolece de generosidad y hasta de grandeza. O, como patentó un ya clásico italiano que llegó a primer ministro, que le "manca finezza", sobre todo en situaciones en las cuales la sensibilidad resultaría especialmente recomendable y la ausencia de sectarismo debería ser un requisito exigible para cualquiera.

El país, por desgracia, proporciona demasiados ejemplos de esa especie de mal atávico. Que incluso se agravó en los últimos tiempos, porque si hasta ahora los españoles "enterraban muy bien", hoy por hoy da la impresión de haber hecho suya la manía de reescribir la historia a conveniencia y, sobre todo, manejar datos inventados y/o interpretaciones falaces que cambian los hechos y a veces los trastocan tanto que no hay modo de reconocerlos.

El aniversario del asesinato de Miguel Ángel Blanco es la confirmación de cuanto se dice. Aunque fue una víctima más entre los cientos que cayeron asesinados por la barbarie terrorista, las circunstancias del crimen y sus consecuencias cambiaron muchas cosas en todo el país. Y durante un tiempo, al menos, el miedo cedió el paso al coraje y la dura realidad persuadió de que se equivocaban quienes aún consideraban a los pistoleros "combatientes por la libertad".

Esa es, en opinión personal de quien esto escribe, la diferencia que existe entre el caso de Miguel Ángel Blanco y todas las demás víctimas. Y recordarlo para hacer más fuerte la libertad honra a los demócratas mientras que olvidar debería avergonzar a los tibios, que son los que hace años "condenaban pero..." los asesinatos y ahora recuerdan durante un tiempo, pero dudan sobre la conveniencia de reconocer la verdad. Son de siempre, HB -se llame como se llame ahora-, con Podemos y hasta algún idiota del PSOE que vacila solo porque el muerto era del PP.

Por eso, y siempre desde el particular punto de vista de quien escribe, resulta ejemplar la actitud del socialista señor Caballero, presidente de la FEMP y alcalde de Vigo, ex/ministro con Felipe González que contribuyó a mejorar España y que ahora hace honor a su apellido invitando a sus colegas de la Federación a que, en el recuerdo de Miguel Ángel Blanco, demuestren dolor y respeto por todos los caídos a causa del fanatismo de unos pocos. Ojalá que cunda el ejemplo de don Abel, sobre todo en un partido que, como el PSOE, ha caído en un maniqueísmo mal orientado.

¿O no...?

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