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Agua: gratitud a Pontevedra y a sus operarios

Un año más zonas de Marín y Bueu han quedado unos días sin agua, pasándolas canutas sus vecinos, y con pérdidas importantes sus comerciantes y hosteleros. Me pongo en la piel de todos ellos porque el agua, como la electricidad o la recogida de las basuras, entre otros, son servicios que solo se valoran cuando no se tienen o son deficitarios, como es el caso que, por desgracia, se produce con relativa frecuencia.

Aún reconociendo ese sentimiento de indignación que puedan tener los más perjudicados, también hay que valorar el esfuerzo titánico de los obreros que, con incomprendida celeridad y profesionalidad, se han metido con el agua hasta el cuello en el túnel de los horrores por donde discurre la tubería maldita, para arreglar el desaguisado que se solo se detecta cuando falta la presión de agua en su destino. Y no una vez, sino dos en el corto espacio de tiempo de cuatro días hasta poner remedio a la situación y alivio a los perjudicados.

Mención especial de agradecimiento se merece el ayuntamiento pontevedrés, y en especial su alcalde Lores, que ha dado respuesta inmediata al suceso, aunque vuelvo a reconocer que el cabreo de los perjudicados es comprensible, la solución podría haberse postergado unos días aludiendo a la disponibilidad de los operarios o cualquier otra razón. Por eso creo que tanto los trabajadores que, una vez más, hicieron bien su arriesgada labor, como el alcalde capitalino merecen la gratitud, aunque a algunos les cuesta dar gracias a quien cumple, y el reconocimiento general, y vuelvo a insistir en que el enfado de los perjudicados también está justificado en el daño sufrido, que no fue poco.

Otra cosa es analizar los motivos por los que esta situación se repite con cierta frecuencia y, para más INRI, en el verano que es cuando más se perjudica. Y cabe recordar que el dichoso túnel de los horrores que fue construido bajo el mar o próximo él para traer el agua a Marín y Bueu desde el Lérez, fue la gran solución a las carencias que aquí se tenían en los años setenta cuando, con ese motivo, nació la que fue "Asociación de Vecinos de Marín" para presionar en la búsqueda de soluciones a aquella precariedad que nos hacía andar de fuente en fuente con un cubo en la mano porque, algunos días, no llegaba una gota a las casas. Fue una excelente solución que, con el paso de los años, ha venido quedando obsoleta porque la corrosión es inevitable y las ocultas averías también. Y como los grandes problemas requieren grandes soluciones, Marín tuvo la posibilidad de contar desde hace ya tiempo con la nueva traída, por la parte alta pero el gobierno municipal bipartito de aquel momento, de cuyo nombre no quiero acordarme, decidió que Marín no entraría en el plan por un quítame allá esas pajas que quisieron disfrazar de defensa de intereses económicos "dos viciños". Por fortuna, con posterioridad y tras al cambio de gobierno, se decidió reengancharse al plan de Acuaes y las obras se retrasaron lo suficiente como para dar tiempo a este nuevo episodio de penuria, en algunos casos, grave.

Lo sufrido estos días ha sido una consecuencia de aquella decisión y querer negarlo son ganas de negar la evidencia. Ahora la cosa está a punto de solucionarse definitivamente porque solo faltan los "remates" de tan importante obra y abrir los grifos y, a ver si con la llegada del agua por la parte alta, Seixo y Bueu se olvidan de estos percances. Es posible de que dentro de treinta o cuarenta años esta nueva traída habrá quedado insuficiente u obsoleta y los políticos de turno tendrán que ir pensando en cómo mejorarla porque el desarrollo es el desarrollo aunque para algunos prevalezca la aldeanada por encima de cualquier cosa.

Lo dicho: reconocimiento al concello de Pontevedra y, sobre todo, a los operarios que, aunque a los perjudicados les parezca mentira, han hecho un buen trabajo en tiempo récord. Pues muchas gracias.

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