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análisis

España sin el oxígeno del BCE

Mario Draghi vino a decir que si la recuperación se afianza, el BCE pasará a la acción a partir de otoño con un reducción de las compras de activos

En la villa portuguesa de Sintra se respiró este verano optimismo después de una década de mascarillas. En el encuentro anual del Banco Central Europeo (BCE) quedó claro que la economía de la zona euro puede ir pensando en dejar la bombona de oxígeno. La respiración asistida en forma de compra de activos se va desactivar, pero poco a poco. Que nadie espere una desconexión rápida de la máquina porque se corre el riesgo de una recaída.

El "Brexit" preocupa lo justo y sólo el estancamiento de Italia, y sobre todo la debilidad de su sistema financiero, provoca algunos dolores de cabeza. El resto es calma. En ese remanso, Mario Draghi anunció la semana pasada una retirada gradual de los estímulos a medida que avance el año. Vino a decir que si la recuperación se afianza, el BCE pasará a la acción a partir del otoño con una reducción paulatina de las compras de activos que comenzaron en marzo de 2015. Es decir, habrá menos adquisiciones mensuales de deuda pública y de entidades financieras de la zona del euro, así como de bonos de empresas.

Las incertidumbres políticas se están evaporando y el crecimiento en la eurozona ha ganado fuerza. Aunque la inflación no acaba de alcanzar el objetivo de un 2% estable, algunos países ya piden airados un cambio de rumbo. El presidente del BCE ya ha dado señales en Sintra de que se va a desandar el camino recorrido, de que más temprano que tarde se van a seguir los pasos de la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos.

Los analistas esperan una reducción muy gradual del volumen de compra de bonos a partir de 2018 -que probablemente será apuntada a partir de septiembre-, aunque los tipos de interés podrían seguir intactos en mínimos durante más tiempo.

La pregunta clave es si España está preparada para un cambio en la política monetaria, si su economía podrá respirar en ese nuevo escenario sobre todo teniendo en cuenta las necesidades de financiación de su economía, que son extremadamente elevadas. Solo la deuda pública roza el 100% del PIB -algo más de 1,1 billones de euros- y el endeudamiento agregado alcanza el 246,4% -más de 2,5 millones-. Sin las compras del BCE, el peso será difícil de soportar. Si además suben los tipos de interés, el problema se agravará y aumentará la sensación de ahogo.

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