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Pedro de Silva

La primera ley del escaño

En un tiempo en que Europa, rodeada y penetrada de adversarios, debe tomar de veras las riendas de su propio futuro, resulta desolador el justo comentario del presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, ante una Eurocámara casi vacía (30 de 751) en un acto importante, el balance de la presidencia semestral de la Unión: "El Parlamento Europeo es ridículo, muy ridículo". Una cámara parlamentaria es, ante todo, un lugar en el que hay que estar, pues esa es la ley del escaño. Seguramente hay más cosas que hacer por Europa que escuchar un balance en tono rutinario, seguramente se puede hacer gran parte del trabajo desde el propio despacho, seguramente no habría tantas cámaras en la Cámara como para que hiciera de plató, pero el escaño que se gana es para sentarse en él, y al que no lo hace habría que quitárselo. ¿Habrá que poner un reloj de fichar a la entrada, o un sensor de asiento?

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