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Antonio Touriño

El mirador de Lobeira

Antonio Touriño

"Xestas, toxos e fentos", conjuro al fuego

¡Ojalá que llueva! cantaba Juan Luis Guerra porque se restaría efectividad a la mecha en que se ha convertido la salvaje y seca vegetación de unos montes en los que se ha intervino menos de lo necesario. A los comuneros no les coge desprevenidos porque han actuado en la medida de sus posibilidades y ya en enero se les pudo ver desbrozando "xestas, toxos e fentos" en un conjuro contra el fuego a la vez que cortaban ramas y sacaban vertidos de un polvorín que se extiende de Xiabre a Castrove, porque la naturaleza es tozuda y pronto deshace los propósitos del hombre.

Llegado el verano todo vuelve a estar igual. Y, claro, resurge la preocupación. El apocalipsis de Pedrograo Grande está en la cabeza de todos y no resulta extraño que haya miedo, aunque la Xunta replique con la cuantía que destinó durante dos años a esos trabajos.

Hablar de dinero en estos casos es una mezquindad y un insulto a la inteligencia. Nadie pide cuentas a la Administración sino recursos útiles. Y eso es lo que falla.

Lo ocurrido en A Illa de Arousa clama al cielo. Suerte que los vecinos de esta localidad son como Fuenteovejuna y dieron la batalla al fuego con sus propias manos, con unas simples ramitas de pino que arrancaban de camino al incendio. Están acostumbrados porque ya lo hicieron con el Prestige.

El caso es que Emergencias no respondió cuando el fuego estaba a menos de cinco metros de algunas casas. En suma, que la desgracia estuvo más cerca de lo que algunos piensan. Exigir explicaciones es lo mínimo que se puede hacer en estos momentos. Nunca más debería pasar algo parecido para no tener que lamentarse con un número de víctimas como las que se cuentan en Portugal porque después vienen las lamentaciones o los simulacros para evitar tragedias en el futuro.

No se puede poner a prueba a los vecinos pero mucho menos en riesgo y la culpa no es solo de la Xunta del PP porque la Diputación del PSOE también tiene medios para atajar estas desgracias predecibles.

A Illa está indignada por la falta de respuesta inmediata. Tampoco le valen excusas de mal pagador. Lo lógico es ahora el desagravio porque los vecinos se han comportado como verdaderos héroes. A todos los demás hay que declararlos non gratos.

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