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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

Los riesgos

Pues la verdad es que, dicho con el debido respeto -que no está el patio para más pólvora-, a estas horas da la impresión de que habrá de esperar un poco todavía el balance del viaje del presidente Feijóo a China para entrar en valoraciones. Y es que, a diferencia de otras giras, esta se hizo con motivos más genéricos que otras -la de México, por ejemplo-, cuando su señoría buscaba contratos para empresas galaicas y no tanto una difusa "financiación" y, sobre todo, porque hoy en día hay más posibilidad de que el capital foráneo empiecen invirtiendo y acabe controlando. Y no es lo mismo.

(Es cierto que ese riesgo podría extenderse a la mayor parte de quienes aquí vienen con el talonario por delante, pero en el caso de los procedentes de la República Popular hay precedentes lo bastante significativos -y recientes- como para justificar la precaución. Y varios más que no lo son -precedentes-, pero sí casos significativos de un peligro real: ahí está la noticia -publicada en este periódico- de que la presencia asiática en caladeros históricos gallegos creció un 800 por cien en pocos años. Y puede que pronto no haya para todos.

A eso habrá quien lo llame libre competencia, pero teniendo en cuenta que se juega con reglas distintas, otros podrían considerarlo como casi una invasión para crear una cabeza de puente hacia América y África. Con arrollador éxito, desde luego, porque tampoco hay comparación entre los medios materiales de unos y otros, aunque la tecnología, que aún da ventaja a los gallegos en ciertos sectores, podría ser en un plazo relativamente corto "imitada", por decirlo suave.)

En este punto es probable que resulte procedente una matización. Lo que antecede no significa en absoluto otra cosa que una opinión personal. Ni tampoco una crítica a la llegada de inversiones al mundo económico de este antiguo Reino, que las necesita como hoy en día la lluvia. Pero convendría un cierto control para que no suceda que en apenas un decenio lo que ahora es mayoritariamente gallego deje de serlo y ceda su dirección y la última palabra a un dinero de fuera. Que tiene el mismo miedo que los demás, pero menos arraigo y por eso es más volátil.

Algunos expertos creen que esos riesgos hay que asumirlos, que forman parte del signo de los tiempos y que, en definitiva, si se afrontan con solvencia y con rigor, contribuirán a la prosperidad del país, empezando por la creación del empleo que la hará posible. La incógnita está en si serán capaces las empresas que necesitan esos apoyos, y que en su mayoría tienen una dimensión relativa, de separar el grano de la paja.

¿O no...?

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