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con otra cara

Genios despreciables

Han tenido que pasar 46 años para que se reconozca a Yoko Ono como coautora de la canción "Imagine", ese maravilloso alegato a la paz y a la tolerancia de 1971 atribuido hasta ahora en solitario a John Lennon.

El ex-Beatle, en una entrevista en la BBC en 1980, ya dijo que su mujer había colaborado en la composición del tema pero que no aparecía como coautora porque él "se puso macho". Por su imagen y su legado, Lennon ha pasado a la historia como pacifista, pero en cuanto se bucea un poco en su biografía, te encuentras con que al parecer era una persona machista, egoísta, ególatra y violenta -que maltrató físicamente a su primera mujer Cynthia Powell y a su hijo Julian lo que él mismo admitió- por lo que ni en sueños en aquel momento hubiera reconocido que una de las canciones más relevantes de la historia de la música no había salido exclusivamente de sus manos.

A raíz de difundirse esta faceta machista y violenta de Lennon, mucha gente en las redes sociales ha asegurado que se les había caído un mito. Lógico, pero ¿se empequeñece por eso su legado? ¿Deberíamos dejar de escuchar "Imagine" y la discografía de los Beatles como muestra de desprecio?

En los festivales de cine con frecuencia se cuestiona si se debe invitar a genios como Roman Polanski o Woody Allen por su rechazable vida privada. Polanski fue acusado en 1977 de violar a Samantha Geimer, quien tenía entonces 13 años. Woody Allen ha sido denunciado por su hijastra Dylan Farrow quien asegura que el cineasta abusó sexualmente de ella cuando tenía 7 años. Picasso fue tachado por las mujeres que pasaron por su vida de misógino, posesivo, tiránico y machista. Pablo Neruda, ejemplo de sensibilidad para millones de personas, violó a una limpiadora india como él mismo reconoció en su obra "Confieso que he vivido". Sobre Michael Jackson siempre planeó la sombra de la pederastia y el propio Ghandi consideraba que las mujeres eran culpables de ser violadas por su comportamiento provocativo. Ante esto, ¿qué hacemos? Es evidente que la magnitud de su obra trasciende a las personas que las crearon por lo que con frecuencia a los genios se les disculpa socialmente incluso en cuestiones tan terribles como la pedofilia, la violación y el maltrato. Ahí está Woody Allen, por poner uno de los ejemplos más escabrosos, que sigue paseándose por medio mundo jaleado por sus fans. No se pueden rechazar "Imagine", "Veinte poemas de amor y una canción desesperada" o "Annie Hall", pero sí los comportamientos deleznables de sus autores.

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