Van a ser casi 40 años desde que en la Facultad de Medicina de Santiago de Compostela me licencié en Medicina. Uno de los principios que aquellos maestros -de los que reseñaré muy especialmente a los profesores Domínguez, Echeverri, Puente Domínguez, Varela Núñez, Villarino y García Conde- nos inculcaron era que la profesión de médico, debía de estar orientada a la curación de enfermos, a tratar de evitar en lo posible el dolor a los pacientes, hacer buenos y precoces diagnósticos y que, cuando la enfermedad llegaba a extremos inalcanzables para el conocimiento humano, tratar en lo posible de mitigar el quebranto que al ser humano pudiera producirle una enfermedad terminal.

Aquellos maestros y el resto de profesores en ningún momento nos hablaron de ninguna dicotomía que diferenciara el marco asistencial entre lo público y lo privado o estableciera preferencias de sistema. Solo el bien del paciente y el poner los medios al alcance de esos paciente y de la Sanidad por ende para alcanzar, si era posible, el objetivo. "Princess" de la curación y rehabilitación de las secuelas que puede llevar aparejados el desarrollo de la enfermedad.

Leía estos días un curioso pronunciamiento de la llamada Plataforma por la Defensa de la Sanidad Pública rechazando con solemnidad una generosa donación de Amancio Ortega para dotar a hospitales y centros públicos de unos medios diagnósticos y de tratamientos oncológicos que para aquellos que estamos en contacto diario con la enfermedad eran una bendición sin paliativos.

El asunto ha suscitado la repulsa unánime y la sorpresa mayúscula en casi todos aquellos que saben y entienden el alcance del cáncer y su efecto demoledor sobre quien lo padece y su entorno familiar.

Metedura de pata de semejante proporción solo puede subsanarse o con las oportunas disculpas de él, la o los responsables de semejante desatino o con la disolución o pase a mejores manos que puedan gestionar una asociación que con semejantes postulados se acerca al "talibanismo" mas cerril y a los tiempos del Pleistoceno por no emplear unos adjetivos más contundentes.

Desde un punto de vista personal entiendo que esa dicotomía que demoniza lo privado y sacraliza lo público nos conduce a día de hoy a un escenario que solo perjudica a la Sanidad, a la calidad asistencial, y al derecho de los pacientes a obtener una mejor y más rápida cobertura de sus patologías, algunas de las cuales están sujetas a interminables listas de espera que quizá con un correcto ensamblaje coordinado entre público y privado serían mucho más cortas y por tanto los resultados más acordes con las necesidades, sin dejar de lado el reparto equilibrado de los costes.

El gesto ya reiterado en el tiempo de Amancio Ortega bien pudiera alumbrar el banderín de enganche a una financiación mixta de la Sanidad que garantizara el derecho del paciente a la misma gratuidad actual que pudiese ampliarse a mayores coberturas imposibles de abordar a día de hoy por la carencia de recursos económicos. Esa y no otra es la situación actual de una Sanidad colapsada que año tras año tiene que hacer esfuerzos presupuestarios descomunales para mantener el gasto.

El uso de la demagogia excluyente, decimonónica, caduca, oportunista, electoralista y alejada de la situación real de un país como el nuestro que no puede abarcar tirando de los Presupuestos Generales todo aquello que nos gustaría ofrecer a los pacientes, es un "dique" inútil al empleo del pragmatismo que supondría dotarse de vías de financiación privada que contribuyeran a paliar las evidentes necesidades de financiación que a día de hoy tienen todas las comunidades autónomas en materia sanitaria.

Amancio Ortega es un ejemplo a seguir y a estudiar que puede dar cauce a otros empresarios abriendo el abanico a compañías que como en otros países contribuyen a tener una sanidad más completa ofreciendo a los ciudadanos planes de asistencia garantizados con personal sanitario mejor retribuido, jornadas de trabajo más completas y optimización de las instalaciones que acabaran con listas de espera que en muchos casos rozan lo peligroso para los pacientes.

El concepto de diagnóstico y curación no entiende de siglas partidistas. Es un concepto básico que se conjuga con formación, eficacia, medios, rapidez y ejecución diestra de los aetas médicos, motivación, humanidad, digna retribución y un entorno correcto que garantice a los enfermos un escenario que facilite la superación de sus patologías y a las familias las ayude a dar el soporte necesario para sobrellevar con dignidad y apoyo el curso de la enfermedad de sus seres queridos.

Debieran reflexionar los "talibanes" de la sanidad cual debe de ser el fin último de esta profesión y cuál la mejor metodología que garantice el sistema y amplíe lascoberturas; todo menos priorizar ideas que pongan en peligro la curación. Hagan la reflexión simplemente -antes de emitir opiniones totalmente dañinas- de lo que en Oncología significa el "diagnóstico precoz" y el tratamiento avanzado y moderno; si ustedes no lo saben escriban cuantas veces puedan "EXPECTATIVAS DE CURACIÓN?.

*Médico-Estomatólogo