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Pedro de Silva

La Bolsa y la vida

La Bolsa de Valores no es el espejo del alma, pero, queramos o no, es el espejo del cuerpo de la economía. Igual que nuestro cuerpo no suele coincidir con la idea que tenemos de él, ni con la que tienen los demás, con frecuencia la economía real de las empresas no coincide con la imagen que se refleja en la Bolsa, que a veces funciona como un espejo deformado. Ahora bien, conviene que el espejo sea lo más fiel posible, pues una economía no irá bien si no tiene confianza en el espejo en que se mira. Por su propia credibilidad, la Bolsa debería impedir que las deformaciones, como las provocadas por los llamados inversores bajistas, que juegan a tirar el valor de las empresas, se conviertan en práctica habitual. Si el capitalismo quiere suicidarse de una vez, puede ponerse una bolsa en la cabeza y dejar que entren las avispas, pero debería darnos tiempo para inventar la alternativa.

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