El alcalde, Jesús Vázquez, puede estar tranquilo ante una hipotética moción de censura, sobre todo después de la proclama del portavoz Socialista, Vázquez Barquero, en el sentido de que "somos los únicos capacitados para sacar la ciudad adelante". Y redoblar la pirueta política abriendo la puerta a los otros dos grupos de la oposición para que lo apoyen para ser ese capitán sin barco con suficientes marineros. Pero el argumentario de Barquero hace agua por todas partes, pues los datos son tan reales como concluyente: pasaron de gobernar en minoría con 11 ediles a convertirse en tercera fuerza política con 6, un batacazo electoral que los retrata. Pero en esa huida hacia ninguna parte, puso sobre el tapete la "experiencia" que tienen los socialistas para gobernar en minoría. Que pronto se olvida la descomposición del anterior ejecutivo socialista; seis al mando y los otros cinco relegados al papel de "díscolos" y alguno con fulminante retirada de competencias y sueldo de dedicación exclusiva. Todo un ejemplo de buen hacer, que luego castigó con dureza la ciudadanía. Y dejar su firma particular: "en el PSOE no se pastelea", claro que no, solo faltaría, se hacen otras cosas muy poco recomendables para la buena salud de la política en general. Barquero hace bueno a Iglesias, ese que quería colocarle a Sánchez no se cuantos ministros, y quiere ser el gran capitán de la nave municipal. Y Jácome... pidiéndole cita en el diván de la realidad.