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Entre redes

El perro del hortelano y el castro

No se trata aquí de ejercer la avariciosa profesión de abogado del diablo, pero lo que acontece con las quejas del cierre del corredor y la conservación del Castro de Montealegre se parece mucho a lo del perro del hortelano. Si se para la obra porque se para, si no se para porque no se para. Un círculo vicioso que gusta mucho a los políticos y a colectivos despistados. Hay que recordar que el proyecto de ampliación del corredor estuvo a exposición pública y no hubo ni una sola alegación por motivo del castro de Montealegre. Y eso no es achacable a la Administración. Lo que hicieron ahora la Xunta y los alcaldes de Cangas y Moaña es lo políticamente correcto. Allá se fueron todos a salvar el patrimonio violentado por las máquinas, ya dañado cuando se construyó el corredor. Hubo improvisación, sí, pero por parte de todos: de las asociaciones, de los alcaldes de antes y de ahora, de la plataforma y también de la Xunta, claro.

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