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Joaquín Rábago.

Fondo de reptiles

Gracias a un inquisitivo diario digital ya tenemos cifras concretas de lo que todos sabíamos: el desigual reparto de las ayudas a los medios por los gobiernos del PP.

No causa sorpresa que las cabeceras más afines al poder, las que manipulan la información hasta en los pies de foto, son las que más publicidad institucional han recibido, ya sea del Gobierno central que de alguno regional del mismo signo como el de Madrid.

No sorprende, pero sí debería escandalizarnos que sean las agraciadas no publicaciones conocidas por su rigor informativo, su objetividad o su importancia cultural o científica, sino las que más ayudan al Gobierno a trasladar sus mensajes, atacar a sus oponentes y ganar votos.

A esas subvenciones encubiertas las llamaban antes, y no hay por qué no seguir llamándolas, "fondo de reptiles", frase que, según los historiadores, acuñó el canciller de hierro, Otto von Bismarck, cuando creó ese tipo de subvenciones encubiertas para perseguir a sus oponentes.

No le bastan a los Gobiernos del PP nombrar a periodistas fieles para dirigir los medios públicos, convertidos muchas veces en instrumentos de propaganda, sino que también busca con esos fondos el apoyo de los privados.

Es cierto que no son prácticas exclusivas de ese partido, sino que ocurre también con los de otro signo y a distintos niveles: ya sea el autonómico o el municipal.

Y en todos los casos, la credibilidad de los medios, que deberían estar solo al servicio de los lectores y los ciudadanos, queda profundamente en entredicho.

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