Pongamos que me llamo Ana y que tengo 2 años y 8 meses.

Voy a hablaros de lo más de lo más para ayudar a dormir. No, no me refiero a las pastillas que usa mi tía Rosa para intentar conciliar el sueño, no; ni tampoco a contar corderos, como hacía la abuela de un colega. Quiero hablaros de algo muy diferente, quiero hablaros de canciones. Sí, de canciones mágicas que sirven para atraer al sueño. Se llaman nanas. Yo las descubrí a los pocos meses de mi nacimiento. Me contaron mis padres que, por una casualidad, había venido a nuestra casa un músico y escritor para niños que vive en México llamado Luis M. Pescetti. Estuvo solo unas pocas horas con nosotros, pero, al marcharse, y como yo acababa, como quien dice, de nacer, me hizo un regalo fabuloso: un cedé con una colección de nanas del mundo que él había recopilado. Aunque no lo creáis, en todo nuestro planeta se cantan estas canciones de cuna a los recién nacidos, porque serenan las mentes y atraen los más dulces sueños.

Un día, medio dormida, mientras escuchaba una de esas canciones que decía "duérmete, hijo de mi alma, / duérmete un poco, porque si no te duermes, / llamaré al coco", oí una conversación sobre las nanas que mantenían mi padre y un amigo suyo. El amigo comentaba: "No sé cómo defiendes las nanas, dado que algunas, más que para dormir, parecen estar pensadas para amenazar o meter miedo".

Yo me preguntaba, mientras me dejaba arrullar por aquella música relajante, quién sería ese coco del que nunca había oído hablar y qué significaría amenazar.

Mi padre, bajando la voz para no desvelarme, le susurró: "Digan lo que digan sus letras, todas las nanas pretenden que los mejores sueños acudan a los bebés atraídos por esas melodías acariciadoras".

Qué bien me sonó lo de "melodías acariciadoras".

Mi padre continuó: "Las nanas son las canciones más consoladoras que existen y existirán jamás. Son un gran Patrimonio de la Humanidad".

Aquellas palabras dulces, unidas a las de la nana, produjeron en mí un efecto inmediato. Y me quedé sumida en el mejor de los sueños.

Y en mi sueño oía la voz de mi padre cantando esta maravilla: "Mi corazón nació desnudo / y fue envuelto en canciones de cuna. / Más tarde, ya solo, llevo / poemas por ropa".

(Los versos que canta el padre son del escritor John Berger).