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Que vienen los turcos

Pelín cara me parece la función: el proyecto de hermanamiento europeo que España impulsa hasta agosto de 2018 significará una inversión de 1,69 millones de euros. Y "solo" es para mejorar el modelo actual de gestión pesquera de Turquía, país "hermano" desde los tiempos de la batalla naval del golfo de Lepanto, aquella expedición naval que reunió, entre el Peloponeso y Epiro, los barcos turcos otomanos y los de la coalición cristiana (integrada por el Papa, la República de Venecia y la monarquía de Felipe II) en una lucha feroz que significó la destrucción de la flota turca de Alí Bajá. Todo un echar una mano a un Gobierno, el turco, en entredicho tras las purgas sobrevenidas y, curiosamente, mediante un hermanamiento que busca mejorar allí un modelo que no se modifica en España, pese a que la normativa y los estándares de la Política Pesquera Común (PPC) que, al parecer, ningún significado tiene para este país que sí es estado miembro mientras que Turquía espera turno de entrada.

Sabido es que los proyectos de hermanamiento fueron creados para fortalecer la cooperación entre las administraciones públicas de los países candidatos y los estados miembros de la UE, pero que se invierta más de un millón y medio de euros en lo que no va a ser sino poner un florero que adorne las relaciones hispano-turcas (?), no deja de ser llamativo cuando los barcos de las distintas flotas españolas piden y piden y vuelven a pedir ayudas de todo tipo para sobrevivir en el maremágnum de sistemas de control, comercialización y trazabilidad que se "venderán" a los turcos como si de verdad fuesen la panacea a los múltiples problemas que afectan al sector, corregidos y aumentados en el Mediterráneo.

La primera delegación turca que inaugura la serie de diez previstas en el marco de ese proyecto de hermanamiento ya vino a nuestro país. Primer alto en su estancia, Madrid. Y después, Vigo, para conocer en cinco días (ahí es nada) la estructura organizativa y competencial de la Secretaría General de Pesca, visitar la lonja y el puerto de Vigo y participar en los medios de control e inspección del Ministerio como observadores, además de visitar la Agencia Europea de Control de la Pesca y conocer los controles de trazabillidad de la Consellería do Mar.

Pura filfa. Pero resulta aparente. O eso parece, oiga.

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